XLI Marcha del Aurrulaque: El poder de las montañas…
El pasado sábado 7 de junio, como cada año desde 1984, la sierra de Guadarrama volvió a ser escenario de una de sus celebraciones más tradicionales: la marcha del Aurrulaque. Una cita montañera, cultural y medioambiental que congrega a personas comprometidas con la naturaleza, en un recorrido que es tanto físico como simbólico. Un paseo hacia lo alto para recordar, defender y celebrar los valores de esta nuestra sierra.
Son muchas las actividades que realizamos cada año desde los centros de visitantes del parque, siendo esta marcha una de las que acompañamos con orgullo desde hace muchos años. Una tradición que, más allá de su sencillez, encierra un mensaje poderoso: la conservación de nuestro patrimonio natural y cultural es una tarea colectiva, en la que cada paso cuenta.
El Aurrulaque nació hace ya más de 40 años de la mano de Juan Vielva y de Antonio Sáenz de Miera, entonces presidente de la Fundación Cultural Cercedilla. Este impulso inicial consiguió reunir en estas montañas a figuras relevantes de la cultura, la ciencia y el amor por el medio ambiente, con la idea de defender el patrimonio natural de la sierra. Aquel gesto, aparentemente sencillo, que consistía en caminar juntos por el monte y leer un manifiesto, se convirtió con los años en una tradición que a día de hoy ha sido mantenida por las nuevas generaciones, con nuevas voces como son las de la Real Sociedad Española de Alpinismo Peñalara (RSEA), que tomaron el relevo a la Fundación Cultural de Cercedilla.
Como educadora ambiental de los centros de visitantes, este año he tenido la suerte de vivir esta experiencia en primera persona. A las 10:00 h, desde el Centro de Visitantes Valle de La Fuenfría en Cercedilla, comenzó la marcha. El camino hacia el mirador de Luis Rosales, de unas dos horas de duración, se convirtió como cada año, en una experiencia compartida entre senderistas, naturalistas, montañeros y vecinos del entorno.
Durante el ascenso, caminé acompañada por varios miembros del club Peñalara. Compartir el camino con ellos fue algo muy agradable. Intercambiamos ideas, experiencias, visiones del parque y muchas ganas de seguir aprendiendo y luchando contra los problemas medioambientales que hoy en día nos siguen afectando. Todo ello bajo un sol radiante que nos acompañaba en un entorno natural que parecía sacado de un cuento: el majestuoso bosque de pino silvestre, con su característico sotobosque de helechos que alfombraban nuestros pasos.
En la Pradera de Navarrulaque. Autor: María Hernández de la Torre Moreno.
Ya en la pradera de Navarrulaque, el punto neurálgico de esta cita, fueron llegando el resto de caminantes. No faltó la imagen entrañable del botijo compartido, imprescindible para recuperar fuerzas tras la subida.
Y entonces, llegó uno de los momentos más esperados: la lectura del manifiesto. Este año, las palabras vinieron de la poderosa y cálida voz de Odile Rodríguez de la Fuente, hija de Félix Rodríguez de la Fuente, con un texto titulado «El poder de las montañas». El monte pareció guardar silencio, como si escuchara también, mientras sus palabras resonaban en el aire. A continuación, la música tradicional en directo de Antonio Lucio y Luis Gibson puso el broche de oro a una jornada llena de significado.
Fue una mañana en la que tuve la oportunidad de conocer no solo esta bonita tradición, sino a nuevas personas interesantes, con quienes no solo compartí aquel recorrido, sino también una pasión común: el respeto y el amor por la naturaleza. Al final, eso es lo que nos une a todos en la pradera de Navarrulaque.
Que sigamos caminando juntos muchos años más.
María Hernández de la Torre Moreno
Educadora ambiental Centros de Visitantes Parque Nacional de la Sierra de Guadarrama
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