De la laguna de Peñalara a los lagos antárticos

Entre mediados de febrero y mediados de marzo se va a realizar la primera campaña de campo del Proyecto MERIDIAN en el campamento de la Península Byers (Isla Livingston). Se trata de una región de la Antártida conocida por su alta densidad lacustre, lo que la convierte en un sitio clave para el estudio de los efectos del cambio climático. El proyecto tiene como objetivo principal conocer cómo las perturbaciones ambientales influyen en la microbiota del suelo, pero también tiene previsto estudiar la morfometría de los lagos polares e instalar sensores autónomos (dataloggers) en distintas cuencas y lagos de la Península Byers.

Campamento ByersCampamento Byers. Autor: Ignacio Granados.

El proyecto está liderado por David Velazquez y Samuel Cirés, de la Universidad Autónoma de Madrid (UAM). Junto a ellos participarán científicos de otras tres instituciones españolas: Carlos Manso, también de la UAM, Manuel Toro, del Centro de Estudios Hidrográficos-CEDEX, Antonio Camacho, de la Universitat de Valencia, e Ignacio Granados, del Centro de Investigación del Parque Nacional de la Sierra de Guadarrama. Este último investigador participará como experto en lagos de alta montaña, un tipo de ecosistema que comparte muchas similitudes con los lagos polares que se encuentran en esta región antártica. Todos juntos abordarán los desafíos técnicos y logísticos de investigar en uno de los entornos más extremos del planeta.

Para estudiar los efectos del cambio climático en la microbiota del suelo se instalarán temporalmente en los puntos de muestreo unas barreras que modifican la acumulación de nieve a sotavento, lo que tendrá un reflejo directo en la temperatura y humedad del suelo. Esta información, al compararse con puntos en los que no se ha modificado la acumulación de nieve, será clave para comprender cómo los microorganismos responden a los cambios en la temperatura y la humedad y, por tanto, evaluar los efectos del cambio climático en los ecosistemas más vulnerables del planeta.

Para el estudio de la morfometría de los lagos polares se va a emplear un barco de modelismo modificado para albergar una ecosonda que va midiendo la profundidad en continuo, junto con su posición con GPS. Este sistema ya se ha ensayado con éxito para realizar una batimetría detallada de la laguna de Peñalara y otros ecosistemas acuáticos de la sierra de Guadarrama. También se van a instalar en algunos de estos lagos un sistema de monitorización en continuo de la temperatura del agua a distintas profundidades, la concentración de oxígeno disuelto y la radiación lumínica. Es una investigación que debe afrontar condiciones climáticas muy severas, por lo que será imprescindible la experiencia acumulada en el macizo de Peñalara para el seguimiento limnológico de sus lagunas de alta montaña.

Uno de los lagos en la Penísula de ByersUno de los lagos en la Penísula de Byers. Autor: Ignacio Granados.

Las zonas de montaña y las regiones polares comparten una alta vulnerabilidad frente al calentamiento global, por lo que estas zonas críticas sirven como referencia global para la detección y comprensión de los efectos del cambio climático en la biodiversidad y el funcionamiento de los ecosistemas. En la Antártida, los cambios en la temperatura y el régimen de precipitaciones están generando impactos globales debido al papel esencial que desempeñan estas áreas en el almacenamiento y emisión de gases de efecto invernadero.