Protegiendo de la erosión la restauración del Jaralón

Vista general de la cantera del JaralónVista general de la cantera del Jaralón. Autor: Jose Luis Izquierdo

En el año 2020 se inició la restauración de la cantera del Jaralón con la recuperación del relieve original y el suelo, y, desde entonces, en el Centro de Investigación del Parque Nacional llevamos a cabo el seguimiento de la misma, incluyendo la evolución de la vegetación, a través de la observación de los procesos evolutivos naturales de colonización y la biodiversidad; el estado de los taludes, analizando la presencia de deslizamientos y la aparición de procesos erosivos, además de plantear acciones de mejora para el futuro.

Dentro de las acciones de mejora que se han propuesto se encuentran las medidas de control de la erosión en los taludes de mayor pendiente y pedregosidad. En ellos, y tras las observaciones realizadas en el 2021, se consideró necesario llevar a cabo la colocación de empalizadas y biorrollos para la estabilización de los mismos. Estas medidas se han puesto en práctica, de manera experimental, en las zonas más dañadas y su evolución se está observando desde 2022.

Las empalizadas son una de las técnicas de bioingeniería más utilizadas actualmente en actuaciones de recuperación y restauración de taludes degradados con riesgo de erosión, y se encuentra dentro de las denominadas técnicas vivas de estabilización. Se trata de un conjunto de ramas vivas flexibles de especies leñosas con capacidad de reproducción vegetativa que se disponen formando una trenza alrededor de piquetas de madera ancladas al terreno siguiendo las curvas de nivel del talud. El trenzado se realiza con ramas vivas, largas y flexibles, de especies de fácil enraizamiento como por ejemplo, sauces (Salix), y la época de implantación se reduce al periodo de reposo vegetativo de las diferentes especies, que transcurre generalmente de otoño a primavera.

Vista de las empalizadas dispuestas en zonas de cárcavas Vista de las empalizadas dispuestas en zonas de cárcavas. Autor: Aurora de la Rosa.

Las empalizadas retienen los sólidos del suelo, estabilizando el terreno y proporcionando una cubierta vegetal que crea un microclima favorable para la germinación de las semillas, y, por tanto, para la regeneración natural. Además, protegen contra la erosión de manera inmediata y eficaz, incluso antes de haber enraizado y brotado, reduciendo la cárcava desde su origen. Todo ello con el objetivo de que, a largo plazo, cuando la madera y ramas se degraden, sea la propia vegetación implantada la que continúe con la acción estabilizadora.

Recientemente, en las zonas situadas entre empalizadas, se ha detectado un incremento de la cubierta vegetal compuesta fundamentalmente por bolinas o manzanillas amargas (Santolina rosmarinifolia), especie pionera propia de las etapas iniciales de recuperación de áreas degradadas de la Sierra de Guadarrama. Además, en la visita realizada el pasado mes de julio, se constató que consiguieron frenar el efecto erosivo causado por las lluvias torrenciales de finales del mes de junio al apreciarse grupos de ramas finas que habían sido retenidas por las mismas.

Por otro lado, los biorrollos son estructuras cilíndricas biodegradables construidas con fibras de coco entretejidas, colocadas sobre un pequeño surco practicado manualmente en la ladera y fijadas al suelo por medio de piquetas metálicas, que se emplean para la consolidación de los taludes y se ubican al pie de los mismos. Pueden contener semillas o ser inertes. En esta primera fase se han elegido inertes – sin semillas- para evitar cruces genéticos indeseados entre las especies propias de la zona y las semillas comerciales que presentan los biorrollos. Estamos estudiando la posibilidad de incorporar, en el futuro, semillas recolectadas en la zona de actuación, realizando cortes en el biorrollo e introduciendo las semillas.

Disposición de los biorrollos en parte inferior de taludes Disposición de los biorrollos en parte inferior de taludes. Autor: Aurora de la Rosa

Detalle de la cobertura vegetal incipiente que se ha desarrollado entre biorollosDetalle de la cobertura vegetal incipiente que se ha desarrollado entre biorollos. Autor: Aurora de la Rosa.

Los biorrollos fraccionan el área más crítica del talud para disminuir el problema existente de arrastres, la velocidad del flujo y las escorrentías fuertes, además de favorecer las condiciones adecuadas para que se produzca la colonización natural. En la visita realizada el pasado mes de julio, se observó un incremento de la cobertura vegetal en la parte superior de los biorrollos; parece que han logrado sujetar el terreno y generar suficiente suelo para permitir la regeneración natural de gramíneas pioneras propias de ambientes ruderales, siendo este aspecto normal en la fase temprana de colonización en la que se encuentra la antigua cantera.

Además de las anteriores medidas de protección contra la erosión, no podemos olvidarnos de los mecanismos que utiliza la propia naturaleza para restaurar áreas degradadas, como por ejemplo las plantas pioneras tapizantes. Se trata de especies vegetales de porte rastrero, que, a pesar de alcanzar muy poca altura, consiguen, con el tiempo, cubrir importantes superficies de terreno de una forma densa. Gracias a su disposición a ras del suelo y a su morfología, son capaces de resistir condiciones extremas.

Ejemplo de planta pionera tapizante del género Herniaria Ejemplo de planta pionera tapizante del género Herniaria. Autor: Aurora de la Rosa.

En la cantera del Jaralón estas plantas aparecen puntualmente en los taludes más pedregosos y con pendientes más acusadas. Aunque la colonización espontánea de la vegetación aún es incipiente, estamos obteniendo resultados positivos y esperanzadores, con una elevada riqueza florística de especies presentes en el entorno de la cantera y en su mayoría pertenecientes a ambientes ruderales.

Nos queda un largo camino hasta lograr recuperar este enclave tan frágil, pero, entre todos, podemos lograrlo no saliéndonos del camino para evitar compactar las superficies en regeneración y dejando las puertas cerradas a nuestro paso para evitar la entrada de ungulados silvestres que puedan dañar las plántulas.