El parque nacional ha colaborado en un proyecto europeo multidisciplinar que nos ayuda a comprender cómo pueden influir los cambios relacionados con el clima en especies adaptadas a vivir desde las proximidades del círculo polar ártico hasta la península ibérica.
En los últimos años, el Centro de Investigación, Seguimiento y Evaluación del Parque Nacional de la Sierra de Guadarrama (CISE) ha colaborado con un equipo multidisciplinar de investigadores de diferentes universidades europeas dirigidos por Johan A. Stenberg (Universidad Sueca de Ciencias Agrícolas), Anne Muola (Universidad de Turku, Finlandia) y Martijn L. Vandegehuchte (Universidad de Gante, Bélgica), en los proyectos «Efectos de la sequía y de la composición de la comunidad de enemigos sobre la selección de rasgos defensivos en la fresa silvestre a lo largo de un gradiente latitudinal» y «Adaptación de la diversidad genética de las plantas al cambio climático a lo largo de un gradiente latitudinal continental (PlantCline)». En relación a estas colaboraciones se hicieron varias menciones en este blog científico, concretamente aquí, aquí y aquí.
El trabajo experimental de este proyecto se ha realizado en cinco jardines comunes, desde el Mediterráneo hasta el norte de Europa, a lo largo de un gradiente latitudinal, lo que se traduce en temperaturas, patrones de precipitación y fotoperiodos variables. Uno de estos jardines fue ubicado en las instalaciones del CISE. En cada uno de los jardines se han mantenido plantas de fresa silvestre (Fragaria vesca subsp. vesca) correspondientes a 16 genotipos procedentes de toda Europa. La mitad de las plantas han estado expuestas a un tratamiento de sequía mediante unos tejadillos de exclusión de lluvia (reducción del 50% de la precipitación).
Localización de los genotipos y los jardines comunes (a) y diseño de jardín común con zonas de exclusión de precipitación (50%) (b). Fuente: De la Cruz & al. (2025), J Plant Ecol 18:rtaf105.
Una vez concluido el proyecto, parte de los resultados y de las conclusiones se han plasmado en dos artículos científicos publicados recientemente, uno relativo a la respuesta de la floración y otro sobre cómo responden los genotipos.
Uno de los aspectos investigados es el inicio de la floración en estas plantas, con el fin de evaluar la plasticidad y el potencial adaptativo frente al cambio climático, teniendo en cuenta que los cambios en la fenología constituyen una prueba contundente del impacto del cambio climático, ya que las plantas están perfectamente adaptadas a la estacionalidad del entorno donde habitan. En general, los genotipos del norte de Europa mostraron una mayor capacidad para ajustar el inicio de la floración en respuesta a los diferentes fotoperiodos y temperaturas a lo largo del gradiente latitudinal en comparación con los genotipos del sur y centro de Europa, lo que sugiere que podrían ser más resilientes a las condiciones ambientales cambiantes.
Otra de las líneas investigadas es la respuesta de los genotipos a la variación de las condiciones ambientales, observándose que los genotipos de latitudes más norteñas fueron generalmente más pequeños que los genotipos de latitudes más sureñas, independientemente de los jardines comunes y de los tratamientos, lo que indica que existe un fuerte control genético en el tamaño de la planta.
En relación con la reducción de la precipitación, se encontraron distintas respuestas en el rendimiento (crecimiento, producción de frutos, producción de estolones): varios genotipos mostraron un rendimiento inferior con el tratamiento de precipitación reducida en la mayoría de los jardines comunes, siendo el efecto más pronunciado en el lugar más seco, mientras que otros genotipos respondieron a la precipitación reducida aumentando su rendimiento, especialmente en el lugar más húmedo. Como conclusión, aunque la fresa silvestre parece estar adaptada localmente a entornos más extremos, la reducción de las precipitaciones da lugar a «ganadores y perdedores» entre sus genotipos. Esto podría, en el futuro, reducir la variación genética ante el aumento de la frecuencia y la severidad de las sequías, con implicaciones para la capacidad de adaptación de la especie.
Ejemplar de fresa silvestre en un enclave húmedo y sombrío del parque nacional. Autor: Aurora de la Rosa.
La fresa silvestre tiene una distribución geográfica principalmente europea. Hacia el sur de la Península Ibérica se fragmenta, se hace rara y únicamente aparece en los sistemas montañosos. Este patrón es común en numerosas plantas que se encuentran en el ámbito del parque nacional, por lo que estos estudios nos dan pistas de lo que puede estar ocurriendo con otras muchas especies, y nos ayudan a diseñar estrategias para una mejor conservación y gestión de sus poblaciones.
Participar en este proyecto ha sido una experiencia muy positiva y enriquecedora. En nuestro recuerdo queda la coordinación de todo el equipo, especialmente durante la dura temporada de la pandemia de COVID-19, en la que, ante el cierre de fronteras, hubo que trabajar duro para sacar el proyecto adelante.



