La cuerna en el corzo

Durante las primeras semanas de noviembre se pueden observar ya algunos machos desprovistos de su cuerna. A diferencia del resto de cérvidos españoles, el corzo desmoga durante el mes de noviembre, mientras que ciervos y gamos, lo hacen durante los primeros días de la primavera.

El corzo elige caprichosamente el otoño para mudar su cuerna en consonancia con su estrategia de selección sexual, muy diferente también al del resto de ungulados de la península. Mientras que ciervos y gamos defienden sus harenes enfrentándose directamente con otros machos durante la berrea o la ronca a principios del otoño, el corzo utiliza su pequeña cuerna en el marcaje y defensa de un territorio durante la primavera, justo en el momento en el que las hembras buscan buenas condiciones de alimento y cobertura para dar a luz y alimentar a sus corcinos. De esta forma consiguen los machos atraer a una o dos hembras a sus dominios con las que más tarde se aparearán, ya bien entrado el verano.

La cuerna del corzo es una formación ósea característica de la mayoría de cérvidos, totalmente distinta, tanto en su origen como en su forma, de los cuernos de los bóvidos.

Tras caer durante el desmogue, comienza enseguida un nuevo crecimiento que se prolongará durante dos o tres meses, creciendo a razón de 3 a 4 mm cada día. Las nuevas protuberancias están formadas por un esqueleto cartilaginoso, blando y cubiertas por un tejido epidérmico muy vascularizado denominado terciopelo o borra, que tras un proceso de mineralización se endurecen y provocan la muerte del tejido, adquiriendo a partir de este momento, durante los últimos días del invierno, su verdadera función.

En el caso de los machos jóvenes nacidos en la pasada primavera, presentan en otoño unos pequeños mogotes que perderán durante el invierno.

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