Remontando el río…
Leticia González Ruiz
Antiguamente llamado Río Guadarrama, el Manzanares vio su nombre cambiado al actual, por el Ducado del Infantado en el siglo XVII. Durante la ocupación romana, el término que deriva de aquae dīrāma era utilizado por los romanos para nombrar los puntos divisorios de las aguas. La Sierra de Guadarrama marca el límite de los ríos que vierten al Duero por un lado y al Tajo por el otro. Los actuales Ríos Guadarrama, Manzanares y las cabeceras del Lozoya y el Eresma, eran denominados por este término, teniendo cada uno un “apellido” para no confundirlos entre sí. Por aproximación fonética al árabe, el término latino derivó en Guadarrama. Sin embargo, la teoría que atribuye un origen árabe al nombre Guadarrama es la más aceptada. Deriva de la expresión árabe وادي الرّمل = Wādī-r-Raml, guadiarrámel, traducida al castellano como “río de las arenas” por sus características terrazas fluviales.
A lo largo de su recorrido, sus aguas bañan diferentes zonas protegidas: el Parque Nacional de la Sierra de Guadarrama, el Parque Regional de la Cuenca Alta del Manzanares y el Parque Regional del Sureste. Únicamente carece de una figura de protección a su paso por la ciudad de Madrid, aunque en los últimos años, con el soterramiento de la M-30 y el proyecto Madrid Río se ha visto recuperado y ha hecho que los madrileños se sientan orgullosos de su río.
Desde el Parque Nacional se ha contribuido a su mejora con diferentes actuaciones y, aunque parece inevitable y necesario hablar de ellas en este artículo, hoy voy a centrarme en la importancia del río como canalizador de buenas conductas, ya que como educadora ambiental, el Manzanares es un compañero de fatigas que nos ayuda a modelar conciencias y que como un educador más, contribuye a sensibilizar a aquellas personas que quieren formar parte de la conservación y mejora de su ecosistema.
Muchas de las actividades que realizamos tienen como tema principal el Río Manzanares, paseos interpretativos, sencillos experimentos que nos ayudan a conocer el estado y calidad de sus aguas, ponencias sobre su gestión…….., y es que siendo la arteria fluvial de la Pedriza no podría ser de otro modo. El ecosistema fluvial de este río se ha visto muy maltratado a lo largo de los años por aquellos que no lo valoraron lo suficiente, haciendo de sus aguas y riberas páramos yermos y aguas sucias que dejaron casi sin fauna y flora el entorno próximo a su cauce en alguno de sus tramos. Como educadora, una de mis labores principales es educar en el respeto, cuidado y conservación del medio natural, por ello, desde el equipo educativo del que formo parte, nos propusimos dar a conocer los motivos por los que el río sufrió tal deterioro y, cómo, con el transcurso del tiempo, las medidas adoptadas para la recuperación ecológica de su entorno y las buenas prácticas de muchos visitantes, cada vez más preocupados por su estado, el Manzanares se ha recuperado enormemente y con él todo el ecosistema existente a su alrededor.
Son muchos los datos que avalan esta mejora, pero llenar estas páginas de números y gráficos no es el objetivo, pues dicen que una imagen vale más que mil palabras, por ello cuando veo con mis propios ojos cómo el río resurge y se llena de vida, dejando atrás esos días oscuros, el educador ambiental que llevo dentro siente la necesidad de mostrarle a los visitantes cómo, con sencillos actos, podemos formar parte de la conservación de un ecosistema único.
La última actividad llevada a cabo en los Centros de Visitantes sobre el Río Manzanares, pone de manifiesto que los niños, esos pequeños genios que con su lógica aplastante nos dan tantas lecciones de vida, tienen interiorizadas muchas conductas que por ser innatas y en muchos casos adquiridas de una educación ligada al medio natural, debemos empezar a ver como lo “normal”. En nuestras actividades, los educadores ambientales explicamos el porqué, cómo y para qué es necesario el cuidado y conservación del río, y los visitantes que repiten, se maravillan de cómo, en cada nuevo paseo interpretativo, el Manzanares cambia un poquito más y evoluciona a mejor.
Aún queda un largo recorrido, pues de todos es sabido que la educación es un proyecto a largo plazo que requiere de pasión, compromiso y paciencia, pero algún día echaremos la vista atrás y nos sentiremos orgullosos.
El Río Manzanares ha cumplido y aún cumple muchas funciones a lo largo de su historia de convivencia con el hombre, fue abastecimiento de agua para los vecinos de Manzanares el Real y para los madrileños de la capital, lugar de recreo, zona de descanso de aves en su tramo embalsado, en él viven infinidad de especies y otras muchas que están regresando. Ha sido inspiración de poetas, pintores y cantautores entre otros. Por todo esto, le debemos devolver todo lo que le hemos quitado y para eso nos esforzamos, pues la educación ambiental es esa base fuerte, esas raíces que sostienen una sociedad comprometida con su medio, y quizá los próximos versos que se escriban sobre el Río Manzanares lo describan como un río único, bello y plagado de vida.
Leticia González Ruiz
Educadora ambiental de los Centros de Visitantes del Parque Nacional