Prados de siega: un ecosistema cultural
Iñaki Mola y Pablo Sanjuanbenito
Definición y origen
Las prácticas agropecuarias han moldeado durante siglos el fondo del valle del Alto Lozoya y fruto de esa interacción secular resulta el paisaje actual. Uno de los elementos más característicos y singulares que constituyen este mosaico son los prados de siega. Este tipo de prados ocupan las zonas más ricas y húmedas del fondo del valle. De hecho, se reservan del pastoreo directo durante la primavera, para que, a principios del verano, con un pastizal exuberante, se siega y deja secar en el mismo prado. Una vez que la hierba ha perdido la humedad necesaria se recoge y se reserva, antiguamente en almiares acúmulos en torno a un poste que servía de estructura, y actualmente en alpacas.
En épocas pasadas, cuando la economía de subsistencia dominaba en valle, esta despensa de heno resultaba esencial para alimentar al ganado durante todo el año. Durante el invierno, cuando el frío detiene toda actividad vegetal y los prados no producen pasto, el heno acopiado durante el verano permitía alimentar al ganado en este crítico periodo.
Elementos culturales
Estos prados están acompañados de otros tres elementos que hacen de estos espacios un elemento cultural, patrimonial e identitario del valle de primer orden: los muros de piedra seca, los setos vivos y los fresnos cabeceros. Los prados de siega permanecen verdes prácticamente todo el año y forman un mosaico reticulado por la trama de muros de piedra seca y setos vivos que constituyen el linde entre una propiedad y otra. Unos prados tendrán un aspecto adehesado por la presencia de fresnos y robles dispersos y otros carecen de ellos, mostrando un aspecto más abierto y despejado.
Los muros de piedra seca cumplían tres funciones principales, en primer lugar, de acúmulo de las piedra presentes en el prado, que hay que retirar para poder laborearlo adecuadamente y evitar daños a las herramientas y/o maquinaria; en segundo lugar acumulando estas piedras en los lindes de la propiedad sirve para su delimitación y en tercer lugar, la construcción del propio muro constituye una berrera física junto con los setos vivos para evitar que el ganado deambule libremente por estos espacios.
Muro de piedra seca con seto vivo u orla espinosa. Autor: Iñaki Mola.
Distribución
Los prados de siega alcanzan su máximo desarrollo en el norte peninsular, donde las precipitaciones son más abundantes y se distribuyen de forma regular a lo largo de todo el año sin periodos de sequía estival. Resulta un paisaje clásico de Galicia, la Cordillera Cantábrica y Pirineos. Estas formaciones alcanzan su límite de distribución meridional precisamente en los sistemas montañosos Central e Ibérico.
Los prados de siega en estas montañas se refugian en zonas de fondo de valle donde las condiciones más propicias permiten su desarrollo. No solo los prados de siega alcanzan aquí su límite de distribución, multitud de especies norteñas, llegan hasta la zona centro peninsular al abrigo de estas montañas como el alcaudón dorsirrojo (Lanius collurio), lagarto verdinegro (Lacerta schreiberi), ciervo volante (Lucanus cervus), hormiguera oscura (Phengaris nausithous), azucena silvestre (Lilium martagon) entre otras.
Hormiguera oscura (Phengaris nausithous). Autor: Pablo Pereira.
Biodiversidad
Los prados de siega se encuentran en zona periférica de protección del Parque Nacional, ya que no prosperan a altitudes mayores de 1.300m. Aunque quedan fuera de los límites del Parque Nacional, gracias a la reciente ampliación de la Reserva de la Biosfera de la Cuenca alta del río Manzanares, incluyendo las cuencas de los ríos Lozoya y Guadarrama, ahora forman parte de este emblemático espacio perteneciente a la red mundial de la Unesco. Cabe destacar la gran cantidad de especies que albergan los prados de siega, en los que se han descrito más de 300 especies de flora, lo que constituye más del 10% de la flora presente en la comunidad de Madrid y casi un 20% de la presente en todo el valle de El Paular.
Por este motivo resulta el espacio con mayor riqueza por unidad de superficie dentro de la Sierra de Guadarrama. Muchas de las especies de flora que albergan gozan de alguna figura de protección, ya sean del propio prado o de los estos vivos que los acompañan: cerezo de racimo (Prunus padus), chupetes (Pedicularis schizocalyx), jacinto silvestre (Hyacinthoides non-scripta), mundillo (Viburnum opulus), etc.
Chupetes (Pedicularis schizocalyx), especie endémica de la península ibérica, exclusiva de prados de siega y catalogada como vulnerable dentro de las especies protegidas de la Comunidad de Madrid.
Conservación
Desgraciadamente, la transformación que está sufriendo el mundo rural con pérdida de prácticas tradicionales, abandono y cambio de uso ponen en riesgo la existencia de estos singulares espacios. Hay que tener en cuenta que el prado de siega es un fragmento del territorio que los pobladores ganaron al bosque, y su abandono dispara una rápida dinámica que supone la desaparición del prado en favor de nuevas formaciones forestales.
Si se produce un cambio de uso ganadero y se pastorean directamente, sin reservar la primavera para su libre crecimiento hasta la siega, la comunidad vegetal cambia y el prado de siega que pasa a prado de diente, pierde una enorme cantidad de especies propias de estos espacios.
Prado de siega con el heno recién recogido en alpacas. Al fondo en Macizo de Peñalara. Autor: Iñaki Mola.
Acciones desde la CM
Por este motivo desde la Dirección General de Biodiversidad y Recursos Naturales de la Comunidad de Madrid se ha puesto en marcha un estudio para valorar la distribución, dinámica y conservación de estos espacios. Una primera fase dedicada al diagnóstico ecológico, se desarrolló durante la pasada anualidad 2019. El 10 de marzo se realizó una jornada en el Albergue de los Batanes en la que se presentaron los resultados y se puso de manifiesto que están perdiendo superficie en el alto Lozoya y cada vez a mayor velocidad (periodo de estudio considerado: 1956-2019). Este proceso también se observa en otros puntos del norte peninsular (Picos de Europa, Pirineos y dos enclaves del norte de Portugal con reducciones del 68%, 30%, 3% y 53% respectivamente).
Aprovechando que se convocó a diferentes colectivos en la jornada de presentación (investigadores universitarios y del IMIDRA, gestores, técnicos y educadores del PN, agentes forestales y responsables de ayuntamientos) se realizó una breve dinámica participativa para valorar el grado de conocimiento sobre este ecosistema cultural, su problemática, servicios ambientales que prestan, revalorización y agentes relacionados o a vincular entorno a estos ecosistemas culturales. Se obtuvieron interesantes conclusiones que se incluirán en el diagnóstico socioeconómico que se desarrollará durante este año, centrado en el sector ganadero y buscando sinergias con otros sectores, como el turístico, actual motor económico de la zona.
En base a toda esta información, estaremos en disposición de poder diseñar medidas de conservación adaptadas a las necesidades de estos valiosos y singulares ecosistemas culturales que atesora el Valle de el Paular.