La contaminación atmosférica también llega hasta las cumbres de la Sierra de Guadarrama
GECA-CIEMAT
Las zonas montañosas constituyen el hábitat de numerosas especies de flora y fauna que, en muchos casos, son endémicas o están en peligro ya que no pueden encontrarse en ninguna otra zona del planeta. Por ello, no es casualidad que muchos de nuestros espacios protegidos se localicen en estas zonas con el fin de proteger y conservar esta biodiversidad y sus paisajes. La figura de protección de Parque Nacional ofrece una valiosa herramienta de gestión para asegurar la conservación de los valores naturales, estéticos, culturales, educativos y científicos de áreas de excepcional valor ambiental. Sin embargo, su conservación puede verse comprometida por problemas ambientales cuyo origen se encuentra fuera de los límites de las áreas protegidas, incluso en zonas muy alejadas. Este es el caso de los contaminantes atmosféricos. Los cambios en la composición de la atmósfera están provocando el cambio climático, pero también pueden provocar otros efectos más directos en los ecosistemas.
Cuando nos referimos a la calidad del aire, normalmente pensamos en el centro de las grandes ciudades o en el entorno de los grandes centros industriales. Pero los contaminantes atmosféricos allí emitidos son liberados a la atmósfera donde experimentan transformaciones químicas y pueden ser transportados por el viento a grandes distancias alcanzando zonas rurales y forestales remotas como pueden ser los espacios protegidos en zonas montañosas.
El grupo de Ecotoxicología de la Contaminación Atmosférica del CIEMAT lleva más de 10 años midiendo los niveles de contaminación atmosférica en la Sierra de Guadarrama y en el entorno del Parque Nacional, con el fin de determinar el riesgo de que se produzcan efectos sobre sus comunidades vegetales y ecosistemas. El CIEMAT mantiene dos estaciones de monitorización de la contaminación atmosférica en el entorno del Parque Nacional Sierra de Guadarrama: desde 2005 en el centro de visitantes del puerto de Cotos, a 1850 m de altitud, y desde 2009 en el Alto de Guarramillas (Bola del Mundo), a 2260 m de altitud. Estas dos estaciones se han mantenido gracias a sendos acuerdos de colaboración entre el CIEMAT y el Parque Nacional y Cellnex Telecom. La importancia de los registros que realizan estas estaciones estriba en su ubicación, ya que son muy pocas las estaciones de monitorización de la contaminación atmosférica que se encuentran en zonas de montaña.
En el gráfico puede consultarse cómo han evolucionado los niveles de distintos contaminantes atmosféricos en el puerto de Los Cotos (ozono - O3) y en Bola del Mundo (O3, dióxido de nitrógeno - NO2, dióxido de azufre - SO2) entre 2005 y 2016 y visualizar sus variaciones estacionales y diarias:
Los niveles registrados en la zona de cumbre, en Bola del Mundo, indican que el NO2 y el SO2 se mantienen en concentraciones muy bajas, siempre por debajo de los niveles críticos establecidos por la legislación europea para la protección de la vegetación (D 2008/50/CE), con promedios inferiores a 1 ppb (partes por mil millones) en ambos casos y con muy baja variabilidad a lo largo del año o en diferentes momentos del día. La legislación europea establece un valor límite de 20 µg m-3 como máximo promedio anual para SO2 (aprox. 7,5 ppb) y de 30 µg m-3 para los óxidos de nitrógeno (NOx, aprox. 16 ppb) para la protección de la vegetación.
Las concentraciones medidas en Bola del Mundo son, en general, inferiores a las que se han registrado en otras estaciones de calidad del aire situadas a menor altitud, como la situada en la presa de El Atazar, a 995 m de altitud, de la Red de Calidad del Aire de la Comunidad de Madrid (Elvira et al., 2016). Estos resultados son los esperables en áreas sin fuentes importantes cercanas de emisión de contaminantes.
Por el contrario, los niveles de O3 registrados en las estaciones del puerto de Cotos y en Bola del Mundo, superan anualmente el valor umbral de 40 ppb considerado como representativo de una atmósfera contaminada, y alcanzan niveles que pueden resultar perjudiciales para la vegetación, principalmente durante los meses de primavera y verano cuando la vegetación de montaña presenta su mayor época de actividad (Elvira et al., 2016). Las concentraciones medias de O3 suelen ser más elevadas en Bola del Mundo, la estación ubicada a mayor altitud, pero junto con Cotos, ambas presentan valores promedio más elevados que la estación de El Atazar a menor altitud (Elvira et al., 2016).
El O3 es un contaminante secundario porque no se emite desde ninguna fuente, como sucede con los NOx o SO2, si no que se forma en la atmósfera a partir de reacciones químicas entre sus precursores (principalmente NOx y compuestos orgánicos volátiles). El transporte atmosférico de precursores y derivados, explica el hecho de que las concentraciones de O3 sean más elevadas en las zonas rurales y forestales alejadas de las fuentes de contaminación. Además, las características del clima mediterráneo, con frecuente estabilidad atmosférica, temperaturas y radiación solar elevadas, favorecen la producción fotoquímica del O3, convirtiéndolo en el problema de contaminación atmosférica más extendido y cronificado entre los países del sur de Europa.
Debido a su proceso de formación, las concentraciones de O3 son más elevadas durante los meses de más calor, y son más altas durante las horas centrales del día, cuando se ven favorecidas las reacciones fotoquímicas que forman el O3. En la Sierra de Guadarrama, durante las situaciones anticiclónicas del verano que favorecen la formación del O3, las masas de aire contaminado originadas en la zona metropolitana de Madrid se ven empujadas hacia la sierra por vientos de ladera, y pueden sufrir procesos de recirculación de varios días de duración (Plaza et al., 1997; Querol et al 2018), lo que contribuye a explicar los elevados niveles que se registran en el Parque Nacional. Sumado a ello, los constantes y elevado niveles de fondo en las zonas de mayor altitud se relacionarían también con procesos de contaminación atmosférica a mayor escala, regional y continental.
Los precursores del O3, NOx y los compuestos orgánicos volátiles, se emiten a la atmósfera en grandes cantidades como consecuencia de muchas de nuestras actividades de la vida diaria, como el transporte, la calefacción, la producción de residuos o la generación de energía. Por ello, está en nuestras manos también reducir sus emisiones para mejorar la calidad del aire de nuestras montañas y espacios protegidos.
Ignacio González / Victoria Bermejo / Susana Elvira
Grupo de Ecotoxicología de la Contaminación Atmosférica - Ciemat