Norte y Sur
Fernando Horcajada
El Parque Nacional y su Zona Periférica de Protección presentan una de las mayores diversidades de vertebrados de Europa. Recuerdo una comunicación del profesor José Luis Tellería, en las Primeras Jornadas Científicas del Parque Natural de Peñalara a finales de los 90, cuyas cifras me dejaron boquiabierto. La variedad de vertebrados del Parque, estaría situada por encima de algunos países como Dinamarca o Irlanda en cifras absolutas, superando a la mayoría de los países europeos en proporción a la riqueza de especies por superficie.
La Sierra de Guadarrama posee unas características que no son frecuentes en sistemas montañosos de otras latitudes y que le confieren una fuerza generadora de diversidad poco común. Por lo general, las cordilleras de latitudes medias como Guadarrama, se sitúan entre dos mundos; por un lado el mundo mediterráneo que las flanquea por el Sur y que de alguna forma conecta la Sierra con los ambientes y especies más meridionales; por otro el mundo norteño de ambientes eurosiberianos, que alcanzan Guadarrama con sus poblaciones fronterizas, caracterizadas por su fragmentación y su escasa abundancia, que en muchas ocasiones han quedado atrapadas en pequeñas islas, sin solución de continuidad. Además, por si esto fuera poco, el gradiente altitudinal de la montaña, hace que ese contacto se produzca de manera brusca, casi grotesca, y que en escasos kilómetros pasemos de los encinares y jarales de la España mediterránea, en los sopiés de la Pedriza a los pisos criotemplados del norte de Europa, en las laderas y cumbres de Peñalara.
Pero no sólo la confluencia de estos dos ambientes aporta diversidad al Parque Nacional… Guadarrama, al igual que el resto del Sistema Central, pertenece a un selecto grupo de cadenas montañosas que funcionaron como refugios pleistocénicos en el Sur de Europa, en la época en la que gran parte del continente estaba ocupado por los hielos. No sólo albergaron poblaciones de vertebrados del norte del continente hace miles de años, sino que debido a la disposición longitudinal del Sistema Central, situado perpendicularmente al gradiente norte-sur, muchas especies incapaces de seguir el retroceso de los hielos, quedaron aisladas en Guadarrama en forma de enclaves relictos, convirtiéndose en testimonios vivos de la época glaciar en el Parque Nacional.
Los procesos de cambio global y especialmente el aumento de las temperaturas han puesto en evidencia más que nunca, las diferencias entre las especies del Norte y las del Sur. Aunque estas amenazas afectan de manera global a la diversidad de fauna, sin duda los ambientes que sufrirán un mayor impacto en el futuro serán las zonas de montaña, en las que muchas especies irán perdiendo paulatinamente los hábitats donde ubicarse. Las especies norteñas están perdiendo la batalla en Guadarrama… especies que en otra época conquistaron estas latitudes alejadas de sus territorios originales, se ven empujadas hacia las cumbres, en una huida con un final incierto por el momento.
Poder anticipar estas situaciones y planificar medidas de adaptación y mitigación frente a todos estos cambios, son los objetivos donde la mayoría de los espacios protegidos centran sus esfuerzos. Diferenciar, en este caso, qué especies de fauna serán las más frágiles frente a esta nueva situación, es una misión imprescindible para poder replantear las nuevas pautas de gestión.
Repasemos pues, algunas de las especies que desgraciadamente serán víctimas de este nuevo escenario durante las próximas décadas, en lo que podríamos denominar la lista de los vertebrados norteños más susceptibles al cambio climático en Guadarrama…
Empezando por los anfibios, como la clase más amenazada en el Parque, son sin duda los que presenta un panorama más desalentador a corto plazo. Los modelos climáticos que maneja el Ministerio predicen que durante el siglo XXI, la mitad de las especies podría perder en torno al 50% de su hábitat potencial. En el Parque Nacional las poblaciones de sapo partero común y rana patilarga serían las más afectadas por el aumento de las temperaturas y la pérdida de hábitats.
Por lo que respecta a los reptiles, y a pesar de que la imagen habitual que tenemos sobre ellos está vinculada a ambientes áridos y cálidos, el Parque Nacional alberga poblaciones de especies norteñas que podrían verse afectadas por los efectos del cambio climático. Las más vulnerables al nuevo escenario serían el lución, la culebra lisa europea, la lagartija roquera y la lagartija carpetana.
Al echar un vistazo al panorama de las aves, observamos que Guadarrama mantiene pequeñas poblaciones relictas de especies que habitualmente podríamos observar a cientos de kilómetros más al norte. Las cumbres de Parque Nacional esconden pequeños tesoros como el acentor alpino, la tarabilla norteña, el ruiseñor pechiazul, el bisbita alpino o el bisbita arbóreo que dependen de hábitats extremadamente frágiles y susceptibles al aumento de temperaturas y cuyas contracciones podrían superar el 90% a lo largo del siglo.
En el caso de los mamíferos, y aunque sea el grupo como mayor potencial de adaptación a nivel fisiológico, los efectos del calentamiento global pueden incidir dramáticamente en la conservación de los micromamíferos más sensibles del Parque. El topillo nival, la musaraña enana, la musaraña ibérica o el musgaño de Cabrera podrían desaparecer del Parque Nacional si las predicciones se cumplen, en las próximas décadas.
Por último, los peces… aunque es el grupo que menos se vería afectado por el aumento de las temperaturas, la distribución de algunas especies muy vinculadas a los tramos altos de los ríos podría contraerse notablemente. En las aguas del Parque las poblaciones de trucha común y lamprehuela, no solo dependen de las aguas frías y limpias, si no que están directamente vinculadas al alto contenido de oxígeno en agua, lo que podría ser el factor limitante sin duda, en los escenarios futuros.
Sin duda nos surgen infinidad de temores a estas alturas, independientemente de la fe depositada en las decisiones globales del planeta o en la eficacia de las medidas de adaptación, temores y dudas que muchas veces nos llevan a preguntarnos… ¿ha llegado ya el momento de rendirnos a la invasión del Sur? No lo sé, pero al contrario que en la novela homónima de este blog (la de guerra no la de amor) parece que el Sur esté ganado definitivamente la batalla al Norte.
El Parque Nacional desarrolla actualmente un importante esfuerzo en aplicar medidas de adaptación y mitigación de los efectos del cambio climático en las zonas de alta montaña, orientadas fundamentalmente a la restauración de los ecosistemas, con base en un germen ya sembrado de manera visionaria desde el antiguo Parque Natural de Peñalara.
Fernando Horcajada. Biólogo (Tragsa).
Centro de Investigación del Parque Nacional de la Sierra de Guadarrama.