Los mamíferos perdidos del Parque Nacional
Fernando Horcajada
Actualmente tenemos inventariadas en el Parque Nacional de la Sierra de Guadarrama y su Zona Periférica de Protección 252 especies de vertebrados, de las cuales 61 son mamíferos, 135 aves, 15 anfibios, 24 reptiles y 18 peces. Aventurar cifras exactas en este tipo de listados, es siempre arriesgado y dependiendo de qué grupo se trate, puede que la tarea se convierta en una misión imposible. Con las aves, por ejemplo, es fácil equivocarse, ya que la propia naturaleza de esta clase reúne a ejemplares nidificantes, invernantes, aves en paso, con presencia esporádica o ejemplares procedentes de sueltas, lo que puede dar pie a un baile de números intratable.
Con los anfibios y reptiles parece que el tema está bastante controlado, son pocas especies y no se mueven demasiado… aunque luego con los peces, la cosa vuelve a complicarse; lo primero viven bajo el agua y en segundo lugar, son el grupo más afectado por sueltas ilegales de especies foráneas, lo que dificulta a menudo un catálogo fiable.
Sin embargo, es en el grupo de los mamíferos en el que queremos fijarnos de manera especial en este blog. Aunque la presencia de los 61 mamíferos inventariados en el Parque parece bastante segura, nos ha llamado enormemente la atención las numerosas citas de especies que actualmente no están en el ámbito de estudio y que habrían desaparecido en épocas recientes. No nos estamos refiriendo a citas de épocas históricas que abarquen miles de años, sino a la existencia de referencias fiables que revelan la desaparición de al menos seis especies de mamíferos durante los siglos XIX y XX, de los territorios que actualmente ocupa el Parque Nacional.
Hay numerosos textos que tratan de manera más o menos directa la distribución de los mamíferos durante los dos últimos siglos. Nosotros destacaríamos dos obras de referencia fundamentalmente; una es la memoria sobre “Fauna mastodológica ibérica” de Mariano de la Paz Graells, que aunque publicada en 1897, un año antes de su muerte, describe los mamíferos presentes en la Península durante la primera mitad del siglo XIX; y la otra “Fauna Ibérica. Mamíferos” de Ángel Cabrera Latorre, cuyos avances a nivel taxonómico siguen vigentes en la actualidad y en la que se aporta información precisa sobre la distribución de especies en la segunda mitad del siglo XIX. El propio Ángel Cabrera describe en su obra que hasta la edición del trabajo de Mariano de la Paz Graells, la historia natural de los mamíferos no empezó realmente a hacerse en serio en España.
Durante el siglo XIX se publican también otras obras, como los Diccionarios Geográfico-estadísticos de Sebastián de Miñano o el de Pascual Madoz, que aunque de manera más general, aportan también información de gran valor sobre la presencia de fauna en diferentes localidades españolas. Posteriormente, ya durante el siglo XX, el propio Ángel Cabrera y otros zoólogos principalmente europeos, dan el empuje definitivo al conocimiento de los mamíferos en la península Ibérica.
Podríamos afirmar entonces, tras repasar las descripciones y estudios de todos estos zoólogos e historiadores, que desde principios del siglo XIX hasta la década de los 90 del siglo XX, seis especies de mamíferos que aparecen citados en los terrenos que actualmente ocupa el Parque Nacional, ya no están en la actualidad.
Repasemos en orden cronológico la historia de estas especies durante los últimos 200 años y las perspectivas actuales de lo que podríamos denominar, los seis mamíferos perdidos del Parque Nacional de la Sierra de Guadarrama…
En primer lugar, el oso: con el primero de nuestros protagonistas entramos en un terreno escabroso. Aunque las referencias más numerosas de esta especie en el ámbito del Parque se remontan al siglo XIV, con las descripciones de su presencia en la zona del Valle del Lozoya y Manzanares el Real en el “El libro de la montería”, nos hemos atrevido a incluir a este gran carnívoro en nuestro listado del top seis, por existir algunas citas históricas de su presencia en la zona durante las últimas décadas del siglo XVIII…Antonio Ponz, cita genéricamente al animal en los bosques de Valsaín, y tampoco lo excluye categóricamente de las inmediaciones de Rascafría, sobre 1790. Décadas después, tanto Miñano como Madoz, ni siquiera lo dan nominalmente como extinguido en los mismos territorios montañosos (Piñeiro Maceiras, 2010). Las posibilidades de recuperación de esta especie son bastante remotas y aunque el Plan Director de la Red de Parques Nacionales especifica que “se procurará la reintroducción de aquellos taxones que, siendo nativos, hayan desaparecido en tiempos históricos” la ausencia de hábitats adecuados y el rechazo de muchos sectores de la sociedad por los grandes carnívoros, hacen inviable cualquier propuesta en este sentido. Las poblaciones actuales más cercanas al Parque Nacional serían las de la montaña palentina.
En segundo lugar, el meloncillo: aunque es una especie que en la actualidad ocupa el cuadrante suroccidental de la península Ibérica y cuya expansión reciente, hacia territorios de la Meseta Central, suele vincularse con procesos relacionados con el cambio climático, lo cierto es que existen pruebas indudables de su presencia histórica en gran parte de España. Se suponía que esta especie de mangosta fue traída a Europa por el hombre, probablemente durante la conquista de la península por los árabes, pero estudios genéticos recientes muestran que las poblaciones ibéricas poseen una elevada diferenciación con respecto a las poblaciones norteafricanas, sugiriéndose que habrían cruzado el estrecho de Gibraltar durante las fluctuaciones del nivel del mar que tuvieron lugar a finales del Pleistoceno, lo que rechaza la intervención humana. Cabrera lo cita en casi toda la Península en su obra Fauna Ibérica y ya establece diferencias taxonómicas entre las poblaciones de África y España, descartando la intervención de los árabes en su expansión. Las últimas citas en el ámbito de Guadarrama son anteriores a 1910 (Delibes, 1982), por lo que la especie desaparecería del ámbito del Parque Nacional a finales del siglo XIX. Las poblaciones actuales más cercanas al Parque Nacional serían las del sur de la Comunidad de Madrid y observando su dinámica de expansión en las últimas décadas, es probable que recupere sus poblaciones en la zona sur del Parque Nacional.
En tercer lugar, el ciervo: sus poblaciones actualmente son muy numerosas en toda España, siendo una especie muy apreciada a nivel cinegético, lo que ha provocado un gran número de repoblaciones en numerosas zonas de la Península. A principios del siglo XX sus efectivos se vieron relegados prácticamente a unos pocos enclaves en montes de Toledo, Sierra Morena y la cordillera Bética. De hecho Graells, aunque lo caza a principios del siglo XIX, tanto en la Cordillera de Guadarrama como en sus faldas, menciona que es mucho menos abundante que el gamo. Cabrera, a finales del XIX lo da por extinguido en la mayor parte del centro peninsular, describiendo que sólo se encuentra ya en montes acotados, como ocurre en las provincias de Madrid y Segovia, en las que se haya reducido a los Reales Sitios de El Pardo y Riofrío. Parece obvio pues, que su desaparición en el ámbito del Parque Nacional debió ocurrir durante la segunda mitad del siglo XIX. Actualmente existen repoblaciones en cotos de caza cercados muy próximos a la Zona Periférica de Protección, lo que hace muy probable que esta especie pudiera incorporarse a nuestro listado en un futuro no muy lejano.
En cuarto lugar, el gamo: al igual que en el caso del meloncillo, la condición de especie autóctona del gamo en la península Ibérica ha estado siempre en entredicho. Lo cierto es que en épocas prehistóricas, era el ungulado más abundante en el ámbito del Parque Nacional, tal y como atestiguan los restos de la Cueva del Camino, en Pinilla del Valle. En la Península Ibérica existía con toda seguridad en tiempos de los romanos (Davis y MacKinnon, 2009), por lo que su condición como especie autóctona, se la merece con creces. De la presencia de la especie en Guadarrama existen citas desde la edad media, cuando la especie era abundante en Valsaín, según las crónicas de Enrique IV. Graells, al igual que el ciervo, también lo caza en Guadarrama en la primera mitad del siglo XIX, pero Cabrera medio siglo después, ya lo da por extinguido en todo el centro peninsular, quedando tan solo un reducto en Madrid, recluido en el monte de El Pardo. Por lo que parece, al igual que el ciervo, el gamo desapareció del ámbito del Parque Nacional en la segunda mitad del siglo XIX. Las poblaciones silvestres más cercanas actualmente, se encuentran en el bosque que rodea al Palacio de Riofrío y no parece que, de forma natural, puedan colonizar de nuevo el ámbito del Parque Nacional.
En quinto lugar, el lince ibérico: como se sabe, es uno de los mamíferos más amenazados del planeta y actualmente se haya sometido a diferentes planes de recuperación, fundamentalmente en Andalucía y Castilla La Mancha. Sus poblaciones fueron abundantes en tiempos históricos y su distribución alcanzaba incluso el sur de Francia, donde convivía con el lince eurasiático. Graells, lo encuentra en los montes de Guadarrama y Cabrera afirma que a finales del siglo XIX en la zona centro y mediodía es muy abundante. Mediante el examen de ejemplares de colecciones, se ha comprobado que en 1940 había 15 poblaciones de lince ibérico en la península, una de las cuales era la de la Sierra de Guadarrama (Gil-Sánchez y McCain, 2011), por lo que su desaparición en el ámbito del Parque Nacional debió ocurrir durante la segunda mitad del siglo XX. Las poblaciones actuales más cercanas al Parque serían las de montes de Toledo, aunque cada vez son más claros los indicios que sitúan al lince en el oeste de la Comunidad de Madrid, por lo que la especie podría ser recuperada en las zonas de piedemonte del Parque Nacional.
En sexto lugar, el desmán ibérico: es un endemismo ibérico, cuya distribución se reparte por los sistemas montañosos del norte de la Península Ibérica, llegando a la vertiente francesa de los Pirineos. Graells lo captura en la segunda mitad del siglo XIX en todo el Valle del Lozoya, desde la Laguna de Peñalara hasta Buitrago. A partir de la segunda mitad del siglo XX, las poblaciones entraron en una regresión sin precedentes, no sólo en la sierra de Guadarrama, sino en todo el sistema Central. El último indicio de la presencia de la especie en el ámbito del Parque Nacional es de 1990, en el arroyo de la Laguna de Peñalara. Actualmente se están desarrollando proyectos de recuperación de la especie en el Parque y se está trabajando en el control de poblaciones de visón americano, uno de los principales agentes que contribuyeron a la desaparición del desmán en Guadarrama. Las poblaciones actuales más cercanas al Parque serían las del Valle del Tiétar.
Aunque esta lista acaba aquí, en una especie que desapareció hace tres décadas y sobre la que aún existen esperanzas de recuperación, no olvidemos que en algún momento de los últimos 200 años, las otras cinco formaron parte de la fauna de este espacio y aunque la obligación moral de recuperar estas especies eliminadas por el hombre, nos parece una meta demasiado ambiciosa en este momento, al menos acallemos nuestra conciencia incorporándolas al inventario de mamíferos del Parque Nacional, del que por derecho propio deberían formar parte.