¿Alguna vez hubo cabra montés en la Sierra de Guadarrama?
Fernando Horcajada
Las poblaciones de cabra montés (Capra pyrenaica) de la Sierra de Guadarrama, distribuidas por la Cuerda Larga y la Cuerda de los Montes Carpetanos, fueron introducidas en su mayor parte por la Comunidad de Madrid en diferentes momentos durante los últimos 30 años, procedentes de la Sierra de Gredos y Peña de Francia. La reintroducción comenzó en 1990 en la parte sur del Parque Nacional, en la zona del Hueco de San Blas y terminó en la parte norte, en los montes de Torrecaballeros en el año 2000.
Todo el mundo da por hecho que la cabra montés desapareció en Guadarrama en épocas recientes, incluso existen diferentes documentos que sitúan su desaparición tras las guerras napoleónicas, durante la primera mitad del siglo XIX, pero lo cierto es que la mayoría de las referencias no parecen concluyentes.
Ángel Cabrera, eminente zoólogo y paleontólogo nacido a finales del siglo XIX, caracterizó las poblaciones de cabra montés en toda la Península Ibérica, definiendo su clasificación taxonómica, vigente hasta nuestros días. En su libro de 1914 dedicado a los mamíferos, describe a la subespecie C.p. victoriae como más pequeña que la forma típica, con las marcas negras menos extendidas y con los cuernos más pequeños. De ella dice que “hace sesenta años, encontrábase en toda la parte central de la cordillera Carpeto-Vetónica (sierras de Gredos, El Barco, Bejar y Peña de Francia) así como en montes de Toledo” sin mencionar en absoluto su presencia en la segunda mitad del siglo XIX en la Sierra de Guadarrama.
Si nos remontamos a la primera mitad del siglo XIX, las referencias más fiables las encontramos en los Diccionarios Geográfico-estadísticos, que describen fundamentalmente aspectos demográficos, administrativos y económicos de cada uno de los municipios españoles, pero en los que también se hace una significativa referencia a las especies de caza presentes en estos lugares. De entre ellos destacan por su minuciosidad los Diccionarios de Sebastián de Miñano y de Pascual Madoz. Es este último, el que aporta datos más precisos sobre la presencia de cabra montés en cada uno de los pueblos y parroquias que describe, perfilando perfectamente la distribución de la especie en la primera mitad del siglo XIX. Según Madoz, la presencia de la especie en el Sistema Central durante esa época, se restringía, ya tan sólo, a unos pocos municipios de la Sierra de Gredos.
Siguiendo nuestro viaje en el tiempo, nos llama la atención el libro de Alonso de Palencia de principios del siglo XV escrito en latín, que describe la vida del, tal vez, primer animalista de la historia, Enrique IV de Castilla. En esta crónica nos encontramos la primera mención histórica de cabra montés en Guadarrama. En concreto se describe cómo en los montes de Valsaín el Rey mandó construir un cercado en el que “Las dilatadas selvas de altísimos pinos, de encinares y robledales de los que nadie se atrevía a cortar la más pequeña rama, a fin de que los jabalíes, osos. ciervos, cabras monteses y gamos vivieran con la mayor seguridad”. El Rey también mandó construir otros cercados similares para observar la más diversa fauna en el Pardo y en los campos de Coca, en los que no sólo coleccionaba fauna autóctona, sino que mantenía todo tipo de fieras ” una de las leonas se soltó y mató un burro de un vecino segoviano”. Llama la atención también, la afición del monarca por la repoblación de especies de unas zonas a otras…” en septiembre hizo llevar varios jabalíes de Valsaín a la dehesa de las Gordillas en Ávila y comprar dos grandes candeleros para observarles por la noche”. Como vemos, las citas de cabra montés esconden un mar de dudas con interrogantes sobre su estado de libertad, su origen etc. De hecho, en el cercado de Coca, a más de 70 km de Guadarrama, también se describe la presencia de cabra en semicautividad…” En aquel recinto había seguramente cerca de tres mil ciervos de diferentes edades; muchos gamos, cabras montesas, y un toro muy bravo”.
Un siglo antes, el Rey Afonso de Castilla y de León había mandado escribir una obra de referencia en la edad media, tanto a nivel geográfico como en lo referente a la descripción de la riqueza cinegética… “El libro de la montería” Obra dividida en tres libros en los que se describen con gran detalle las técnicas de caza, los cuidados de los perros y los bosques y montes de caza durante la primera mitad del siglo XIV. Es en el tercero, en el que quedan reflejados de forma minuciosa infinidad de montes de toda España donde tenían lugar las partidas de caza. Los capítulos X y XI describen gran número de montes de la Sierra de Guadarrama “Tierra de Segovia, Manzanares y el Valle del Lozoya” y “Tierra de Buitrago” excelentes zonas de oso y puerco, aunque sin ninguna mención a la cabra montés.
Las referencias de cabra montés en tiempos prehistóricos también se encuentran con facilidad en diferentes tesis y documentos de planificación, aunque al igual que ocurre con las menciones históricas, sin pruebas del todo claras. En el Yacimiento de Pinilla del Valle, las prospecciones realizadas desde el año 2002 hasta la actualidad por el equipo de J.L. Arsuaga y E. Baquedano, encontraron innumerables restos de gamo, ciervo, corzo, rebeco y jabalí, aunque en ningún momento aparece cabra montés, a pesar de haber sido mencionada por F. Alférez en excavaciones del año 1985.
Pero sin lugar a dudas, son los restos de la cueva del Reguerillo los más asombrosos…dos ejemplares adultos, restos de otro y dos crías fueron encontrados en 1966 perfectamente conservados en ”el pozo de las cabras”, de los que uno de ellos está expuesto en el Museo Geominero de Madrid. Era la prueba irrefutable, aunque de hace 30.000 años, estos restos parecían desvelar de una vez la gran pregunta…¿alguna vez existió la cabra montés….? Nada más lejos de la realidad…el eminente paleontólogo T. de Torres clasificó los esqueletos encontrados como Capra Ibex matritensis, variedad del Íbice que actualmente puebla las cumbres de los Alpes.
Por lo que parece, el pasado de nuestro protagonista en la Sierra de Guadarrama podría ser desvelado para la ciencia en un futuro, suponemos no muy lejano, aunque de momento la presencia o no de esta especie y los motivos de su desaparición, pertenecen a la historia oculta del Guadarrama y a la memoria de las poblaciones de fauna que en otro tiempo la poblaron.