Participamos en el Congreso Ibérico de Limnología
Ignacio Granados & Ángel Rubio
La Sierra de Guadarrama, incluso antes de la declaración del Parque Nacional, ya había sido reconocida como un lugar de gran interés para la conservación de los humedales de alta montaña gracias a la declaración del Sitio Ramsar de los Humedales del Macizo de Peñalara. Si además tenemos en cuenta que las cabeceras de ríos tan conocidos como el Manzanares o el Lozoya están en el parque nacional, es evidente que la ecología acuática debe jugar un papel fundamental en la conservación y gestión del parque. Por ello, en el Centro de Investigación, seguimiento y Evaluación del Parque Nacional no hemos querido perdernos la oportunidad de participar en el XIX Congreso de la Asociación Ibérica de Limnología, la ciencia que estudia los ecosistemas acuáticos, celebrado del 24 al 29 de junio en Coimbra (Portugal).
En lo que respecta a los ríos, nuestra aportación ha consistido en evaluar si los indicadores que se utilizan para determinar la calidad ecológica de los ríos españoles según la Directiva Marco del Agua son realmente de utilidad para determinar la calidad ecológica de los ríos del Parque Nacional. La cuestión es importante, ya que según el Plan Director de Parques Nacionales el seguimiento del estado ecológico debe realizarse con los parámetros establecidos en esta Directiva y resulta que sus índices están diseñados para ríos de mayor entidad, obviando los pequeños arroyos montanos y altimontanos característicos de las cabeceras de cuenca de la sierra. Entre los indicadores biológicos destacan las poblaciones de macroinvertebrados acuáticos, que son nuestros aliados debido a la enorme biodiversidad de especies, géneros y familias de estas poblaciones tan variopintas. Es por ello que son excelentes indicadores del estado ecológico de nuestros ríos.
Gracias a que llevamos estudiando el Alto Lozoya con gran detalle desde el año 2005, hemos podido cuantificar la variabilidad interanual en estos índices bióticos y determinar qué factores - naturales o debidos a la mano del hombre - influyen en estos índices. Nuestros resultados señalan que los índices biológicos son lo suficientemente sensibles como para detectar las etapas incipientes de degradación de los ríos de la Sierra de Guadarrama, no obstante entendemos que se deben manejar unos umbrales de alerta mucho más rigurosos de los que se suelen emplear. Dicho de otro modo, cuando estas cabeceras de cuenca pierden el buen estado ecológico (de acuerdo a los valores de la Directa Marco) en realidad se encuentran ya fuertemente alteradas para el estado de conservación esperable en un Parque Nacional. Por todo ello, hemos propuesto unos límites más rigurosos, con el fin de detectar antes los problemas en los ríos del parque y tomar las medidas de gestión necesarias.
La segunda de nuestras aportaciones al Congreso también tiene relación con los indicadores del estado de conservación del Parque Nacional. En este caso, hemos utilizado los datos de una trampa de sedimento situadas en el punto de máxima profundidad de la laguna de Peñalara para determinar la erosión causada por el uso público intensivo. Nuevamente, el disponer de largas series de datos (¡desde 1997!) nos permite hacer un análisis mucho más detallado de la variabilidad de los indicadores que empleamos en determinar el estado de conservación del Parque Nacional. Dado que en la laguna de Peñalara se ha realizado una importante restauración ecológica que ha permitido recuperar la vegetación de sus orillas, tenemos información de cuales son las tasas de sedimentación cuando los impactos en la cuenca son importantes y, por tanto, podemos fijar nuevamente unos umbrales de alerta realistas.
Además, los congresos nos permiten conocer de primera mano algunos resultados interesantes sobre los ecosistemas acuáticos del Parque. Por ejemplo, se presentaron resultados sobre cómo están cambiado las comunidades de macroinvertebrados acuáticos en el río Manzanares en respuesta al cambio climático. Estos resultados refuerzan nuestras observaciones al respecto realizadas en el Alto Lozoya, con importantes cambios en la comunidad. Otros resultados, sin ser del ámbito de la Sierra de Guadarrama, también son de gran interés para algunos de los trabajos que estamos realizando. Es el caso por ejemplo de los estudios de selección de hábitat a nivel de tramo por el desmán ibérico en ríos del País Vasco.
Fue reconfortante conocer que el premio a la mejor tesis – de Alexandre Miró – trató sobre los efectos de la introducción de peces alóctonos en lagos de alta montaña, ya que en la laguna de Peñalara erradicamos el Salvelino hace más de 15 años.
Por último, en el congreso se constató el gran auge que está tomando el empleo de DNA ambiental (eDNA) en la determinación de las especies presentes en un determinado ecosistema acuático. Esta técnica, que dará mucho que hablar, se basa en que una pequeña muestra de agua contiene restos de ADN de prácticamente todas las especies que viven en el entorno (incluso de las especies terrestres). De esta manera, mediante las técnicas adecuadas de amplificación, secuenciación y comparación se puede llegar a elaborar un listado de las especies presentes en el medio. Se abre todo un mundo al establecimiento de programas de seguimiento en Espacios Protegidos, o a su empleo por ejemplo como sistema de alerta frente a las especies invasoras.