Ecología bajo el hielo
Tradicionalmente se ha considerado que los lagos y lagunas que se hielan en invierno entran en una especie de pausa o de paréntesis invernal, sin demasiado interés desde el punto de vista ecológico. Sin embargo, ahora que sabemos que la duración del hielo en los ríos y lagos se está reduciendo drásticamente en todo el mundo hay un creciente interés por conocer con más detalle qué pasa exactamente bajo el hielo durante el invierno. Este fue el motivo por el que Stephanie Hampton, de la Washington State University, hiciese un llamamiento a la comunidad científica para analizar los datos disponibles sobre lagos que se hielan a lo largo del mundo. En el Parque Nacional está la Laguna Grande de Peñalara, en la que se realiza un seguimiento mensual desde la última década del siglo pasado. Este seguimiento ha contribuido a evaluar la restauración ecológica de laguna, generando una importante cantidad de datos ecológicos. Esta información se ha convertido en una contribución muy valiosa en este estudio, por aportar información sobre las lagunas de montaña en el ámbito mediterráneo, escasamente representadas en el conjunto de datos.
Los resultados del estudio, en primer lugar, concluyen que generalmente la vida bajo el hielo es vibrante, compleja y sorprendentemente activa. Nada más lejos de la realidad la imagen que se tenía de unos lagos “dormidos” bajo el manto de nieve y hielo. Es más, parece confirmarse que lo que ocurre bajo el hielo en inverno tiene consecuencias en la disponibilidad de nutrientes y la biomasa del zooplancton del verano siguiente.
La actividad de los organismos acuáticos microscópicos bajo el hielo depende del espesor de éste y, fundamentalmente, de si la acumulación de nieve llega a impedir la entrada de luz a la columna de agua. En este sentido, las lagunas de la Sierra de Guadarrama tienden a acumular una considerable cantidad de nieve sobre el hielo, incluso más que en lagos situados mucho más al norte. Esto es así por qué las temperaturas en Guadarrama no son extremadamente bajas, por lo que frecuentemente tenemos “nieve húmeda” que es bastante más difícil de movilizar por el viento. De esta manera las lagunas de la Sierra de Guadarrama tienen una menor actividad invernal al verse limitada la entrada de luz. Pero creemos que esto está empezando cambiar: si se cumplen los escenarios de mayores temperaturas ambientales y menor precipitación debido al cambio climático, la cubierta de hielo será más corta y de menor espesor. Esto permitirá una mayor entrada de luz a la laguna durante el invierno y probablemente se incrementará la actividad de los microorganismos planctónicos bajo el hielo. De esta forma, paradójicamente puede que el cambio climático haga que en el futuro nuestras lagunas de la sierra se parezcan más a cómo son actualmente las lagunas más septentrionales. Y no, no es una buena noticia.