El curioso ciclo reproductivo del corzo, ¿estrategia vital?
Fernando Horcajada
Como ya comentábamos en anteriores blogs dedicados a este pequeño cérvido, el corzo está caracterizado por una estrategia vital basada en hábitos discretos, viviendo en grupos pequeños, un modo de reproducción cercano a la monogamia y un celo sin muchos alardes ni enfrentamientos con otros machos. Su carácter territorial le permite aprovechar en verano la única oportunidad que el proceso evolutivo que ha modulado su reproducción le ofrece para perpetuarse, ya que la hembra sólo mostrará una pequeña época de celo al año, de tan solo unas horas, debido a su condición de especie monoéstrica. Todas estas circunstancias esconden tras de sí un sorprendente fenómeno que es muy poco habitual en la mayoría de los mamíferos, la diapausa embrionaria.
Si analizamos la gestación del corzo, desde la época de celo, que se desarrolla en el mes de julio, hasta las primeras semanas de mayo en la que se sincronizan la mayoría de los partos en la Sierra de Guadarrama, transcurren más de 10 meses, un periodo de gestación superior al del hombre y similar al de una vaca, lo que supone demasiado tiempo para una especie que apenas supera los 20kg de peso. La explicación se encuentra en el fenómeno conocido como diapausa embrionaria, gestación suspendida o implantación diferida que hace que el anidamiento del embrión fecundado ocurra casi 6 meses después del apareamiento, mostrando un periodo de gestación real de escasos 5 meses, que ya sí estaría en consonancia con el tamaño y peso de este cérvido.
Como vemos, de esta forma se podría decir que las corzas tienen un control total de su embarazo, no permitiendo el desarrollo de los embriones hasta que las condiciones ambientales son propicias y su estado nutricional es el apropiado. De esta manera pueden dar a luz a sus crías en la época más adecuada, cuando la disponibilidad de alimento y refugio es óptima, especialmente en ambientes tan cambiantes estacionalmente como la alta montaña. De hecho este mecanismo propicia la perfecta sincronización de los partos observada en la Sierra de Guadarrama y permite que la época de celo se desarrolle en un periodo de tranquilidad, diferente al del resto de ungulados.
Aunque la diapausa embrionaria no es un mecanismo habitual en mamíferos se ha documentado en más de 100 especies de diferentes grupos como mustélidos, murciélagos, roedores y marsupiales, no habiendo sido investigado adecuadamente en primates ni siquiera en el hombre.