Fresnos relícticos en la Sierra de Guadarrama
Uno de los objetivos del Parque Nacional es la conservación de aquellas especies vegetales valiosas, lo que implica la obtención de materiales de reproducción, principalmente semillas, para la producción de ejemplares que permita su utilización en la restauración de las comunidades vegetales naturales degradadas, potenciando su regeneración natural y priorizando la recuperación de las formaciones vegetales singulares o relictas.
La Sierra de Guadarrama conserva numerosos enclaves relícticos donde aún persiste vegetación con afinidades netamente norteñas. Estas especies se distribuían de una forma más continua en la Península Ibérica en épocas postglariares, cuando el clima era más frío, y en la actualidad, han quedado relegadas a determinados arroyos, circos y vaguadas con unas condiciones microclimáticas particulares. Concretamente, en las laderas orientales de los Montes Carpetanos abundan este tipo de enclaves relícticos, y podemos encontrar especies de gran interés biogeográfico, ya sea formando bosquetes mixtos o monoespecíficos de abedules, robles, fresnos, mostajos, olmos… (Betula pubescens, Quercus petraea, Fraxinus excelsior, Sorbus latifolia, Ulmus glabra, etc.).
Desde el Centro de Investigación estamos realizando un seguimiento de la población de fresno común (Fraxinus excelsior), y, dado que este año la producción de frutos ha sido generosa, se ha procedido, junto con técnicos del IMIDRA, a la recolección de parte de sus semillas. La finalidad de estas recolecciones será producir plántulas que podrán ser utilizadas en un futuro próximo para realizar actuaciones de conservación junto a determinados barrancos y arroyos donde, seguramente, este árbol estuvo presente.
Ahora que el otoño está cerca, estos supervivientes nos revelan su existencia con esa tonalidad dorada característica, en la cabecera de algún arroyo o en la base de un circo glaciar. Ellos continúan con su ciclo biológico, muy alejados ya de sus parientes que viven en las montañas del norte de la Península.
No cabe duda que merece la pena conservar y fomentar este patrimonio genético tan singular y rescatarlo del olvido.