La temperatura del río Lozoya
La temperatura es una variable fundamental en la regulación de los procesos biológicos, y puede resultar limitante en la distribución de las especies. Las previsiones del Cambio Global en los ríos de montaña apuntan a que se incrementará la temperatura del agua y cambiarán los caudales circulantes. Por ello, algunos de los efectos previsibles son una mayor vulnerabilidad a la eutrofización del agua, el incremento de especies invasoras, cambios en los ciclos biológicos y una alteración en el rango altitudinal de muchas especies fluviales. Es más, muchos arroyos de la Sierra de Guadarrama que hoy en día son permanentes es posible que pasen a ser intermitentes, es decir, sin caudal circulante en la época de estiaje.
La aplicación de las nuevas tecnologías en la investigación, asequibles económicamente y fiables, nos permite disponer de series de datos de temperatura del agua de una manera continuada por medio de pequeños registradores autónomos (termistores). Por ello, desde el año 2006, el Centro de Investigación mantiene una serie de termistores distribuidos a lo largo del gradiente altitudinal del río Lozoya.
Tras pasar los termistores varios meses del largo invierno bajo las aguas del Lozoya, se han descargado en las últimas semanas los datos que contienen. Sin embargo, las enormes crecidas del río durante el invierno pasado ha supuesto la desaparición de algún termistor y con él sus valiosos datos.
Ya tenemos datos de temperatura de nueve años, aunque no es suficiente para observar tendencias como consecuencia de Cambio Global. Es destacable que la temperatura media del agua en el año hidrológico 2013-2014, fue la más elevada de la serie. Por el contrario, la del año 2007-2008 fue la más fría con una diferencia media anual de 0.77ºC. Como curiosidad, la temperatura media anual del Lozoya en el último año hidrológico en la zona de La Angostura fue de 7.49 ºC. Este dato indica que son aguas muy frías, en las que la trucha, la nutria y muchas especies de invertebrados vulnerables, endémicos y singulares tienen en las aguas del Lozoya su hábitat ideal.