El lobo, fiel a las presas silvestres en Guadarrama
Isabel Barja y Fernando Horcajada
El seguimiento de la dieta del lobo en el parque nacional y su zona periférica de protección, lleva realizándose desde el año 2017 y forma parte del programa de seguimiento del Plan Rector de Uso y Gestión de este espacio protegido. Este estudio se desarrolla gracias a la colaboración entre el Centro de Investigación y la Dra. Isabel Barja, del departamento de Biología (Unidad Zoología) de la Universidad Autónoma de Madrid, que lleva la coordinación y dirección científica del estudio.
La vuelta del lobo a la sierra de Guadarrama se consolida en la primera década del siglo XXI, al recolonizar sus antiguos territorios en la vertiente madrileña. Los primeros ejemplares detectados son itinerantes y provienen de las poblaciones segovianas de la vertiente norte, que van facilitando paulatinamente el asentamiento de las poblaciones en el Valle del Lozoya durante estas dos últimas décadas.
La mala fama del lobo entre la gente del campo hace resurgir viejos temores en esta parte de la sierra, especialmente con respecto a la ganadería de vacuno, ampliamente presente en forma de explotaciones extensivas. Los rebaños de ovejas y cabras domésticas, aparecen en la zona ya sólo de manera residual. A este respecto, ya apuntábamos en otro blog dedicado al lobo, que durante los siglos XIX y XX en la sierra de Guadarrama, el lobo sí suponía una amenaza real para el ganado, que en esa época estaba basado casi exclusivamente en rebaños de ovejas, con una ausencia casi total de ungulados silvestres.
Pero lo cierto es que las cosas han cambiado en esta nueva etapa del lobo en esta sierra. El lobo durante estos años de estudio, ha mostrado un comportamiento sorprendentemente estable con el tipo de especies consumidas, manteniendo la proporción de ungulados silvestres por encima del 80% en frecuencia de aparición de presas en su dieta, porcentaje prácticamente invariable desde que comenzó el seguimiento, hace casi una década.
Este alto porcentaje de presas silvestres como base de la alimentación del lobo en el parque nacional, ha confirmado sin duda la importancia de los ungulados silvestres , fundamentalmente corzo y jabalí, en la conservación de las poblaciones de lobo, siendo además la mejor herramienta disuasoria para evitar ataques al ganado y conflictos con este aprovechamiento tradicional. Este aspecto ya se había puesto de manifiesto en el seguimiento del lobo en otras zonas protegidas de Galicia.
El porcentaje de presas domésticas, se ha mantenido invariable también, no superando en ningún año el 20% de frecuencia de aparición entre todos los tipos de ganado presentes en la sierra. La vaca, por ejemplo, se ha mantenido la mayoría de los años en porcentajes que no superan el 6%, porcentaje basado en muchas ocasiones, en el consumo de carroñas.
No se trata de descartar por completo los ataques al ganado, pero sí queda probado que su consumo es muy residual, en comparación con los ungulados silvestres. Como dato curioso en este aspecto, podemos destacar que en los dos últimos años ha hecho su aparición como presa el caballo, con un 11% de frecuencia en 2022 y 2023. Este dato es curioso, ya que esta especie no había aparecido en años anteriores o lo había hecho en porcentajes insignificantes cercanos al 0%. Sin descartar otras hipótesis, parece ser que la subida de precios a raíz de la guerra de Ucrania podría haber disminuido el aporte suplementario de pienso en época invernal, lo que hubiera acarreado una oferta mayor de carroñas de equino.
Con respecto al resto de presas silvestres, llama poderosamente la atención la ausencia casi total de la cabra montés en la dieta del depredador. La cabra montés es el ungulado silvestre con mayores abundancias en las zonas estudiadas y ha mantenido su frecuencia de aparición en torno al 3%, con algunos años cercana al 5%, pero siempre de manera residual. Aunque es obvio que las principales poblaciones de cabra montés se mantienen en zonas inaccesibles para el lobo, es cierto que a lo largo del año, los grupos de cabra montés realizan desplazamientos por zonas donde el lobo sí podría acceder a depredar esta especie. Sin embargo, los datos reflejados en las frecuencias de aparición no lo indican así. Parece evidente que el lobo muestra un comportamiento aprendido y una gran fidelidad a sus presas principales, corzo y jabalí, por lo que de momento, no ha incorporado a la cabra montés como presa de manera significativa, al menos mientras que se mantenga la disponibilidad de jabalí y corzo en la zona.
Otro dato interesante de este seguimiento a largo plazo, es que a menudo los escenarios estudiados no presentan valores estables, sino que fluctúan y se van adaptando al gran número de variables que parecen estar afectando. Un ejemplo claro de estas situaciones son las dos presas principales del lobo en el parque. Aunque la suma de corzos y jabalíes consumidos por el lobo se ha mantenido estable durante estos años, las frecuencias entre las dos especies han ido variando sustancialmente. Los porcentajes de aparición de corzo en las muestras fecales analizadas durante los primeros años de estudio, le conformaban como la presa principal del lobo en la zona, con cifras que superaban el 50% de frecuencia de aparición. Por contra, a partir del año 2020, es el jabalí el que se consolida como presa principal, alcanzando en las últimas temporadas valores que superan el 60% de aparición en las muestras recogidas. Las poblaciones de corzo evidencian un descenso en sus densidades, que ha sido reflejado en los últimos censos realizados en 2023 por el Centro de Investigación del Parque Nacional, y que está basado en numerosas causas que configurarían un paisaje del miedo para la especie.
Las metodologías aplicadas en este estudio han sido desarrolladas por la Dra. Isabel Barja y pueden consultarse en el artículo científico derivado de este estudio y publicado en la revista Animals.
Sin duda, la presencia del lobo en el parque nacional nos plantea uno de los grandes retos en la gestión de los espacios protegidos, el mantenimiento de los usos tradicionales y la conservación de especies. El comportamiento del lobo y su ecología trófica depende de muchas variables que no se pueden analizar de manera superficial, ni extrapolar en el tiempo, como se ha observado en la sierra de Guadarrama, ni en el espacio, como ocurre en otras poblaciones en las que por diversas circunstancias, el lobo sí depreda sobre el ganado. La resolución de este tipo de conflictos, a nuestro entender pasa sin duda alguna por un enfoque científico del problema y una puesta en valor de los seguimientos a largo plazo.