El corzo antes y después del lobo en el parque nacional
Fernando Horcajada
Corza observada en los bosques de pinar silvestre del Parque Nacional en invierno. Autor: CISE 2023 El corzo es una especie emblemática del Parque Nacional, no sólo por sus valores estéticos sino porque este pequeño cérvido es un excelente indicador de los usos y aprovechamientos que se realizan en este espacio, siendo testigo además, de la propia historia de Guadarrama. Existen referencias de la especie desde el Pleistoceno Medio y Superior en los yacimientos de Pinilla del Valle, con vestigios de un importante refugio pleistocénico en la Sierra, que fue clave en la recuperación de la especie tras las épocas glaciares. Durante el siglo XVII, todas las poblaciones de corzo de Europa experimentaron una disminución considerable debido a la deforestación, la ganadería y la caza intensiva. Graellls, a principios del XIX, aún lo caza en toda la Sierra de Guadarrama, aunque Madoz, en la segunda mitad de siglo, solo lo menciona en Somosierra. El siglo XX trae consigo el declive del corzo en España, manteniéndose estable únicamente en núcleos de la Cordillera Cantábrica, Sistema Central y Sierras de Cádiz y Málaga. Sin embargo, el abandono del campo, la disminución del consumo de leña y la regeneración del monte bajo, benefician al corzo y le empujan hacia una gran expansión, ya en el siglo XXI, colonizando zonas donde nunca había sido visto.
Los datos de densidades obtenidos durante las últimas dos décadas en el Parque Nacional indican que las poblaciones de corzo se encuentran en densidades medias, oscilando entre los 3-6 ejemplares/km2. El principal factor limitante, hasta hace unos años, era la presencia de ganado vacuno durante gran parte del año y la escasa calidad de muchos hábitats, especialmente los pinares.
Inesperadamente, el asentamiento de las poblaciones de lobo durante la segunda década del siglo XXI en los bosques del Parque Nacional, aporta un giro inesperado en el equilibrio poblacional del corzo. Este ungulado se convierte en la presa principal del superpredador, lo que ha provocado cambios bruscos en sus poblaciones, tanto en su comportamiento, como en sus abundancias, con descensos en sus densidades de más del 30% en los hábitats más expuestos, como los pinares, según demuestran los últimos censos de primavera de 2023. Los corzos no sólo han disminuido sus abundancias en las zonas con presencia de lobo, sino que han realizado desplazamientos hacia zonas sin lobo de la cara sur del Parque, en donde han mantenido sus abundancias e incluso las han incrementado en determinados enclaves. Además, paradójicamente, tras la declaración del Parque Nacional en 2013, han acontecido una serie de circunstancias que podrían también estar influyendo tanto en la abundancia como en la distribución de la especie, como el desmesurado aumento del uso público, los impactos relacionados con la recogida de setas o el desajuste de las actividades cinegéticas y el repunte del furtivismo, provocado por el final de la caza deportiva en el Parque Nacional, tras el fin de la moratoria de 10 años finalizada en junio de 2023.
Gracias a la colaboración establecida entre el Centro de Investigación del Parque Nacional y la Unidad de Zoología de la Universidad Autónoma de Madrid, se ha podido analizar el delicado equilibrio entre ungulados silvestres del Parque Nacional y el lobo. El análisis microscópico de los patrones cuticulares de los pelos encontrados en más de 800 excrementos de lobo, han desvelado que durante los últimos 6 años de seguimiento de su dieta, el corzo pasa en pocos años de ser la presa principal del lobo, presente en más del 50% de los excrementos, a ser una presa residual (9%), sustituida por el jabalí, con una presencia del 64% en los excrementos recogidos en 2022. No cabe duda por lo tanto, que mantener una buena población de ungulados salvajes en el Parque es por un lado, la mejor garantía para conservar las poblaciones de lobo, y por otro, la mejor protección para evitar conflictos con la abundante cabaña ganadera de la zona.
En la actualidad en el Parque Nacional se considera prioritaria la conservación de las poblaciones de corzo, ya que podrían verse afectadas por este escenario multipresa, en caso de no replantear medidas de mitigación y adaptación a esta nueva situación. El fin de la caza en el Parque Nacional y los proyectos de recuperación de la diversidad florística, forman parte ya de estas medidas claves para la conservación de este delicado equilibrio trófico entre especies tan emblemáticas de la Sierra de Guadarrama.