Pérdida de suelo y erosión en La Pedriza
Equipo Proyecto Microepics
La Pedriza constituye un paisaje de tipo berrocal formado por afloramientos de grandes superficies graníticas, generalmente con forma dómica, y numerosos bloques sueltos de tamaños muy variables. A parte de los afloramientos graníticos, el perfil característico del terreno suele estar formado por un pequeño suelo (de unos 10 o 15 cm), una zona arenizada, resultante de un proceso de alteración (de unos 10 a 70 cm), y roca muy poco alterada de espesor variable a más profundidad. Las formas y procesos responsables de este paisaje ponen de manifiesto un proceso muy activo de la exhumación del granito. El paisaje resultante de este proceso de exhumación o extrusión dependerá del equilibrio que se establezca entre la velocidad de elevación del macizo granítico (por esfuerzos tectónicos), y los espesores disponibles de regolito (granito alterado) formados en condiciones de enterramiento. El modelado de las formas resultantes se produce por erosión diferencial del regolito, principalmente por la acción del agua. Debido a la fuerte pendiente del terreno y la abundancia de superficies dómicas totalmente impermeables, el proceso de escorrentía superficial adquiere gran energía durante los episodios de lluvia, representando un agente erosivo de gran poder. La única protección natural con que cuenta el paisaje frente a la erosión de las zonas no rocosas, es la presencia de suelos con desarrollo de vegetación que contribuya a fijar materia orgánica.
Observaciones realizadas por el geólogo Manuel García Rodríguez, miembro del equipo Microepics y asiduo visitante de la Pedriza desde hace más de 30 años, indican que durante los últimos 10 años se ha producido una drástica pérdida de suelo, con efectos erosivos muy acusados, que en gran medida atribuye a la sobrepoblación de cabras. Algunas evidencias de tales procesos erosivos son: (1) aumento de escorrentía (mayor caudal y energía), (2) acarcavamiento de laderas y caminos (p.ej. camino de ascenso al cancho Butrón), (3) desaparición de senderos debido a la eliminación de los suelos y erosión de las zonas colindantes a los mismos (p.ej. camino de ascenso a la Cueva de la Mora), (4) rápida exhumación de superficies rocosas evidenciadas por la desaparición de líquenes de la base de las rocas (p.ej. caminos de ascenso al Hueso, Pájaro, etc.), (5) desenraizado de la base de robles y encinas (p.ej. zonas del Hueso, Pájaro, Matarvicial, etc), (6) movimientos en masa de grandes volúmenes de rocas y material suelto (proceso visible en todas las laderas de las Pedriza), (7) arenización de zonas que unos 10 años atrás estaban cubiertas por praderas y bosques de robles (p.ej. la pradera del Laberinto).
Según las observaciones realizadas, como la pérdida de suelo abarca cada vez una superficie mayor, los procesos erosivos empiezan a tener efectos que podrían catalogarse catastróficos. Además, la falta de suelo impide la permanencia de humedad sobre la superficie, produce la destrucción de hábitats para la fauna silvestre, la pérdida de diversidad de comunidades de invertebrados y microorganismos (entre ellos los protistas!), esenciales en el reciclaje de materia y en la oxigenación del suelo, e incluso la pronta desaparición de robles y encinas que se encuentran dispersos y aislados.