La dispersión de la cabra montés en el Parque Nacional
Equipo Proyecto Microepics
La cabra montés es un endemismo ibérico que presenta, actualmente, un área de distribución restringida a determinadas zonas montañosas de la Península Ibérica. Como tal, no sólo es un elemento representativo de nuestra propia diversidad biológica, sino que puede considerarse una especie clave en la conservación de la biodiversidad de los hábitats de alta montaña donde se encuentra, por lo que su gestión resulta prioritaria. En todo caso, su distribución actual se debe a numerosos trabajos de conservación y reintroducción a lo largo del territorio español.
Una de estas reintroducciones es la que se realizó en el antiguo Parque Regional de la Cuenca Alta del Manzanares entre los años 1990 y 1992, a partir de ejemplares de la subespecie Capra pyrenaica victoriae procedentes de la Sierra de Gredos y Las Batuecas. Se reintrodujeron 67 cabras en el lugar conocido como el Hueco de San Blas desde donde colonizó el resto del territorio.
A esta población hay que añadir los ejemplares reintroducidos en la zona de los Hoyos (2000 – 2002) en la vertiente segoviana de la Sierra de Guadarrama, en la Zona de Caza Controlada de Torrecaballeros. Esta población está asentada, actualmente, en la Cuerda de los Montes Carpetanos, de Alameda del Valle, Pinilla del Valle y Rascafría, pertenecientes a la comarca forestal del Parque Natural de Peñalara.
Los últimos datos sobre la evolución de estos dos núcleos confirman un crecimiento constante y que, al menos durante una gran parte del año, las dos poblaciones entran en contacto, con presencia de cabra en toda la Cuerda Larga, desde La Najarra hasta Las Cerradillas y en Los Montes Carpetanos, desde Peñalara hasta el Nevero, en el término de Pinilla del Valle. Su expansión se ha observado también en el rango altitudinal, descendiendo por las laderas, hasta cotas cercanas a los 1600 m. en la ladera norte y hasta los 970 m en la ladera sur.
El incremento poblacional de la especie ha seguido el modelo de crecimiento de una población sana, con disponibilidad de recursos, sin apenas competencia, depredación, ni extracción de ejemplares lo que ha permitido alcanzar densidades nunca detectadas en ningún espacio protegido (42,88 ind/km2 en zonas como La Pedriza). Este incremento resulta más llamativo debido a la escasa dispersión mostrada por las cabras en el Parque. Si nos centramos en el núcleo poblacional más grande (núcleo meridional), durante los primeros 15 años, la especie se distribuía en un radio medio que no superaba los tres kilómetros del punto de suelta de la población, y solo a partir del año 2010 los ejemplares se alejan a más de 4,5 kilómetros. La dispersión, además no ha sido igual en toda la población; mientras los machos son los más propensos a la dispersión, las hembras o las hembras con crías presentan distancias que no llegan a los 2,5 kilómetros de distancia media desde el punto de suelta.
Estas elevadas densidades ya están provocando serios problemas en el entorno, dando lugar a una sobreexplotación de la vegetación en determinados lugares que puede poner en peligro la supervivencia de determinadas especies vegetales protegidas, especialmente aquellas ligadas con el ramoneo (Amelanchier ovalis, Ilex aquifolium, Sorbus aucuparia y Taxus baccata) y plantas fisurales.
Otros efectos de las elevadas densidades son la producción de afecciones por competencia en alimentación y territorio con otros ungulados (el corzo, por ejemplo), y los problemas derivados de la posible transmisión de infecciones entre las distintas especies silvestres y domésticas. Por otro lado, no hay que olvidar que las densidades excesivas facilitan los casos de epizootias, algo ya detectado en otras poblaciones, que alcanzaron valores muy altos en periodos muy cortos de tiempo (Parque Natural de Cazorla, Segura y las Villas en el año 1990).
El equipo Microepics estamos sensibilizados con la gestión sostenible de este emblemático representante de la fauna silvestre ibérica, a la vez que hemos sido testigos, en las campañas de muestreo realizadas hasta el momento, de la elevada concentración de cabra montés en zonas cercanas a los cursos de agua y en las pilas graníticas de La Pedriza. Lógicamente, la participación de la cabra montés en el ciclo biológico de los protistas va a estar directamente relacionada con las densidades que presenta la especie en una zona concreta. Uno de nuestros objetivos es explorar el posible papel de la cabra montés como vector de transmisión, vía heces, de protistas patógenos humanos (Cryptosporidium y Giardia) en los cursos de agua natural. Para ello estamos recogiendo y analizando muestras de agua del río Manzanares y de heces en las pilas. Os mantendremos informados.