Informadores: la cara del Parque Nacional

 InformadoresPasé a formar parte del equipo de los Centros de Visitantes del Parque Nacional allá por abril de 2017, primero como alumno en prácticas del Grado Superior en Gestión Forestal y del Medio Natural, en la especialidad de Educación Ambiental, y en junio como “miembro de pleno derecho” del equipo, en el puesto de informador. Y desde entonces aquí estoy, si bien no de forma continua, pues ya se sabe que los comienzos nunca son fáciles, y menos cuando la plantilla es reducida y es en verano cuando, por necesidad de aumentar la plantilla por el mayor número de horas en que abrimos los centros, los de la “reserva” volvemos a ser convocados. Sin embargo, creo poder afirmar que he acumulado experiencia suficiente para poder transmitir mi visión sobre este trabajo, y a ello me dispongo.

Lo primero que me gustaría destacar es el excelente trato con todos los compañeros, lo que sin dudad es fundamental en cualquier puesto de trabajo. Buen ambiente, ayuda mutua, interés por los problemas del otro, son sólo algunos de los aspectos positivos que he podido constatar que existen en este equipo. Eso en lo que se refiere al trato personal, porque en lo profesional se mantiene la misma línea. En estos dos años he aprendido muchísimo de todos ellos, tanto de coordinadores, educadores e informadores, como del personal de mantenimiento y limpieza. Hay compañeros/as que son verdaderas “enciclopedias vivientes”, que continuamente tienen algo que enseñar, y cuando uno empieza a pensar que domina más o menos un tema, se da cuenta de que siempre queda mucho por aprender. Una lección de humildad que a todos nos viene bien de vez en cuando.

Pasamos ahora a hablar de lo que es propiamente el trabajo de informador. Seguro que más de uno podría preguntarse: ¿qué es eso de informador? Pues bien, aunque el nombre lo deja bastante claro, nunca está de más una pequeña explicación para el no versado. Básicamente el trabajo de un informador consiste en atender las visitas y solicitudes de la gente que acude en persona o se pone en contacto por teléfono o email con los Centros de Visitantes: información sobre rutas, dudas sobre normativa o valores naturales, gestionar reservas de actividades, etc.

Las experiencias del trato con los cientos y cientos de visitantes son, casi siempre, muy satisfactorias. En lo personal, nos permite mejorar nuestras dotes de comunicación, a la par que nos ofrecen un mejor conocimiento de la psicología humana. Además, es muy gratificante despedir a una persona o grupo cuando les has “solucionado el día”, y se van muy satisfechos con la propuesta que se les ha hecho, o te tratan con amabilidad y educación (hay que decir que eso ocurre en la inmensa mayoría de los casos). Y, mejor aún, cuando paran a la bajada para decir que les ha encantado la ruta que se les ha propuesto y que han pasado un día muy agradable. En definitiva, para agradecer nuestra labor.

En ocasiones también nos toca “redirigir” a los visitantes, si venían con una idea y por el motivo que sea (meteorología, condiciones del terreno, equipamiento inadecuado) no es posible llevar a cabo su idea. En estas ocasiones, nuevamente, los visitantes suelen ser muy agradecidos.

Pero, por supuesto, no todo pueden ser rosas en el trabajo. Estar a pie de cañón nos hace testigos privilegiados de algunas cosas que deberían cambiar, a la vez que nos vemos envueltos en situaciones incómodas (aunque, todo hay que decirlo, no es lo que prima). Así, uno observa que la actitud con que algunas personas se acercan a tan singular entorno no es la más adecuada, quizás por no saber exactamente dónde están, o por no entender que nuestra actitud en un espacio natural no puede ser la misma que en un espacio urbano o en un área de esparcimiento. Así, los informadores somos testigos de actitudes que no son compatibles con la adecuada conservación del medio natural: abandono de residuos, masificación de espacios sensibles, exceso de ruidos, inobservancia de algunas normas y señales, etc. Esto deja patente que es necesario insistir en otra de las labores que se llevan a cabo desde el Parque Nacional: la Educación Ambiental, pues de ella depende el mundo que queramos tener en el futuro. No se conserva lo que no se aprecia, y no se aprecia lo que no se conoce.

Informadores2También nos obliga a desarrollar grandes dosis de paciencia y empatía, pues tenemos que tratar con muchas personas que, aun teniendo buena voluntad, han visto truncadas sus expectativas de pasar un día agradable en el campo, bien por encontrarse que no tienen dónde aparcar porque ha venido mucha gente, que se han encontrado la barrera de La Pedriza cerrada, o les hemos informado de alguna normativa o regulación que, de primeras, no entienden. Ahí nos toca ponernos en el lugar de esos visitantes, tratar de comprender su frustración y expectativas para, en primer lugar, explicarles el porqué de esa normativa o regulación, y, en segundo lugar, para tratar de ofrecerles alternativas que les permitan, al menos en parte, cumplir sus expectativas y acercarse al espacio natural de forma sostenible y atractiva. En definitiva, a pasar el buen día en el campo que querían pasar, aunque su idea original haya tenido que ser modificada.

Otro aspecto que me gustaría destacar, en lo que a mi experiencia personal se refiere, es el deseo y la necesidad de mejorar cada vez más en mi trabajo. Alguna vez me he preguntado: si no conociera el terreno, si fuera la primera vez que vengo a la zona, ¿sería capaz de aclararme con las indicaciones que les doy a los visitantes? Y es que, muchas veces, cuando conocemos algo, corremos el riesgo de dar por hechas ciertas cosas. O también se ha dado el caso de algo que he escuchado miles de veces a mis compañeros, y de lo que tengo total seguridad gracias a escuchar a aquellos que tienen más experiencia que yo, pero que no conozco personalmente. Y estas preguntas y cuestiones me han llevado a querer conocer cada vez más el terreno, a reconocer nuevas zonas que antes sólo conocía de forma indirecta, a descubrir nuevas referencias o indicaciones que poder transmitir a los visitantes, etc. En definitiva, a hacer mejor mi trabajo. Y puedo afirmar, con satisfacción, que este deseo de mejorar se ha visto recompensado. Porque hay mucha gente que el recuerdo que se va a llevar del Parque Nacional pasa directamente por las manos del informador, lo cual nos da una responsabilidad no pequeña.

Y es que por todo ello, por ser los primeros con los que los visitantes se van a encontrar, y por estar a pie de cañón todos los días, tratando con cientos y cientos de visitantes, podemos afirmar que los informadores somos la cara del Parque Nacional.

 

José Antonio Guerra

Informador de los Centros de Visitantes