Hongos
Los hongos juegan un papel fundamental en el funcionamiento ecológico de los bosques. La mayor parte de ellos son especies saprófitas que actúan descomponiendo la materia orgánica animal y vegetal enriqueciendo el suelo e incorporando nutrientes a la cadena trófica. Otros son simbiontes y se asocian con las raíces de determinadas plantas formando micorrizas, permitiendo que estos vegetales puedan vivir en determinados medios, como por ejemplo medios pobres o encharcados. Por todo ello la conservación de los hongos es fundamental para la conservación de los bosques y de los hábitats donde viven.
En primavera y, especialmente, en otoño cuerpos fructíferos (setas) de todas las formas y coloridos posibles asoman en las laderas de la Sierra de Guadarrama. No obstante, se debe tener en cuenta que la recogida de hongos está sujeta una regulación y normativa específica.
Los hongos saprófitos abundan más en los bosques que en otros hábitats, como consecuencia de las condiciones ecológicas óptimas de estos ambientes, en relación con los requerimientos fisiológicos fúngicos. En el Parque Nacional y su zona periférica, al existir una importante superficie forestal y con masas arboladas de distintas especies, la presencia y la variedad de estos hongos es importante.
En los pinares de pino albar (Pinus sylvestris), masa forestal dominante en el Parque, se desarrollan hongos de la mayor parte de los grupos y durante todo el año. Los más conocidos y numerosos pertenecen a los grupos que forman cuerpos fructíferos de “tipo seta” (Ascomicetes y Basidiomicetes) para producir esporas. Durante la primavera aparecen, entre otras, especies de los géneros Gyromitra y Morchella. En verano, si las condiciones han sido favorables, fructifican especies de los géneros Russula y Boletus. En el otoño la diversidad es máxima, encontrándose especies de gran variedad de grupos, algunas de ellas muy llamativas, entre las que podríamos destacar Amanita muscaria, Amanita rubescens, Boletus edulis, Boletus pinophilus, Clitocybe odora, Fomitopsis pinicola, Lactarius aurantiacus, Lactarius deliciosus, Lycoperdum perlatum, Mycena seynii, Ramaria formosa, Russula spp., Sarcodon imbricatus, Sparassis crispa, Suillus luteus, etc. Pero también podemos observar hongos de estos grupos muy llamativos que no forman setas, como Tremella mesenterica, o algunos pertenecientes a otros grupos muy diferentes filogenéticamente, aunque tradicionalmente se estudian junto a los hongos, como son los mixomicetes Lycogala epidendrum y Leocarpus fragilis.
En los melojares de Quercus pyrenaica y los bosques mixtos con pino albar, aparecen algunas de las especies anteriores, y se añaden, por ejemplo, Amanita citrina, Amanita phalloides, Boletus aereus, Entoloma lividum, Laetiporus sulphureus, Macrolepiota procera, etc.
En el Parque Nacional existen otros hábitats forestales muy interesantes. Uno de ellos son los abedulares (Betula pubescens subsp. celtiberica), donde se ha detectado la presencia de un conjunto singular de especies de hongos (Leccinum scabrum, Lactarius torminosus, Lactarius necator, Piptoporus betulinus, etc.). Además existen otros enclaves más higrófilos, o claros en los bosques en zonas más bajas, donde se desarrollan determinadas especies heliófilas que forman los famosos “corros de brujas”.