El pasado 20 de marzo, dimos la bienvenida a una nueva primavera, que ya se había comenzado a sentir previamente con los cálidos rayos del sol de jornadas pasadas. Aunque ciertamente el invierno no ha sido muy duro, salvo episodios puntuales, las imprescindibles lluvias sí que nos han acompañado, sirviendo de “masa madre” para que los nuevos brotes emerjan fuertes y lozanos.
Es un momento delicado, ya que una helada tardía o la alteración del medio pueden afectar de un modo negativo tanto a la flora como a la fauna, que se despereza tras los meses invernales para comenzar, con el aumento de las temperaturas, sus cortejos de apareamiento. Por este motivo, más que nunca, debemos ser muy respetuosos en nuestras visitas a la sierra. Somos invitados en su casa, y sus habitantes como perfectos anfitriones, abren sus puertas para permitirnos disfrutar de su belleza y hospitalidad.